Desde el siglo XIX, Reynosa fue un lugar transcultural, en especial con la música, por ser frontera.
Reynosa, Tamaulipas.- Eduardo “Wayo” Roux Calzada nació el 21 de octubre de 1946 en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, siendo el hijo primogénito del matrimonio de don Heberto “Beto” Roux López y Alicia Calzada López. La pareja tendría una hija, 16 años después, en Reynosa, llamada Teresa. El matrimonio era oriundo de Tampico, Tamaulipas; ellos se habían establecido en esa ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, donde don Beto administraba una lonchería o restaurant, en el pasaje de las Américas.
El propietario del restaurant en Nuevo Laredo operaba también en Reynosa el restaurant o cafetería Alaska por la calle Principal o Hidalgo, muy cerca de la Plaza Hidalgo. El dueño de ese lugar era un hombre de origen griego llamado Pedro Cladis, a quien se le dificultaba atenderlo, debido a que tenía que viajar continuamente desde Nuevo Laredo a Reynosa. En la década de los años 1950, el camino ribereño era una simple brecha tortuosa de terracería, difícil de transitar.
Esa fue la razón por lo que el griego le traspasó el negocio de Reynosa a don Beto Roux, el padre de Wayo. A mediados de los años de 1950, la familia se trasladó a esta ciudad fronteriza. En el Alaska, don Beto se hizo famoso entre la clientela por sus tacos de ternera en tortilla de harina, embarrados con frijoles refritos, sin queso. Wayo es de la opinión que estos no eran los reconocidos tacos plancha, peculiares en la gastronomía restaurantera de Reynosa, hoy en día. En una entrevista que nos dio don Beto, ya hace varios años a un grupo de genealogía, nos explicó que era un platillo originario de Tampico.
Wayo nos explica que el nombre de ese primer negocio de la familia en Reynosa, trascendió cuando se mudaron, durante la segunda parte de la década de los años de 1960, a la Zona Rosa de Reynosa. Allí el sesgo del negocio evolucionó hacia el Club Alaska. El griego Cladis utilizó tal vez este nombre para sus negocios de un lugar gélido, con el fin de refrescar subliminalmente a sus clientes en estas latitudes calurosas. Alaska era el nombre asociado con la patente para la venta de alcoholes, el cual era vitalicio en esos tiempos, reglamentos que cambiarían con el pasar de los años.
De niño, Wayo inició su educación en la escuela primaria Carlos A. Carrillo en Nuevo Laredo. Al llegar a Reynosa a los 9 años de edad, sus padres lo enrolaron en el 4º año de primaria, en el ciclo escolar del Colegio Tamaulipas (1955-1956). Su segunda enseñanza la inició en la Secundaria No. 1 José de Escandón, para después terminarla en el Colegio Tamaulipas. Posteriormente pasó a realizar estudios de preparatoria en la Cd. de Monterrey.
El rock por sus venas.
Desde el siglo XIX, Reynosa fue un lugar transcultural, en especial con la música, por ser frontera. En esos tiempos, la música de salón europea fue introducida por los puertos como el de Nueva Orleans o el de Matamoros. Al construirse el Puente Internacional Reynosa-Hidalgo en 1926, la actividad turística creció exponencialmente, desarrollándose los servicios de los filarmónicos para los visitantes y residentes.
En Reynosa ya existían los espacios comerciales para la música en restaurantes, bares y casinos, durante los años de las décadas de 1940 y 1950. En estos lugares, tocaron orquestas, bandas, tríos, conjuntos y pianistas que acompañaban el cantar de los vocalistas. Reynosa y la frontera estaban listos para el “rock and roll”, un estilo musical que se consolidó en la década de los años 1950 en el país vecino, provenientes de una amalgama de tradiciones musicales de la población afroamericana.
Platica Wayo que, de chamaco iba pasando por la plaza Hidalgo y escuchó la rola “Acapulco Rock”. La música salía de la radiola de la nevería que se encontraba dentro de la plaza, llamada “Las dos Glorias”. Ese negocio estuvo ubicado en la esquina que forman las calles Hidalgo y Morelos de Reynosa a principios de los años de 1960. La pieza musical era de Freddie Fender, cuyo nombre real de pila fue Baldemar Huerta, quien era oriundo del pueblo de San Benito, aquí en el Valle de Texas.
En 1961, el reconocido cantautor había incluido dicha canción en su LP con 14 piezas en español e inglés, acompañado de su grupo que él nombró como “Eddie con los Shades” o “Eddie Medina & The Shades”. Sus rolas fueron de gran éxito en la frontera y otros puntos de México.
Comenta Wayo, que fue en esa esquina de Reynosa, donde el rock lo prendió con el Acapulco Rock de Freddie y le fluyó desde ese momento por sus venas, diciendo “de aquí soy”. Tenía unos 14 años de edad cuando encontró su vocación como rocanrolero. La influencia y el ritmo musical norteamericano provenía de lo que se escuchaba en Reynosa en ese entonces.
Los primeros grupos.
Su primera tocada profesional fue en los años de la prepa con “Los Wizards”, el cual amenizaba en eventos sociales aquí en Reynosa, en 1963. Estaba conformado por dos guitarras, un bajo y una batería. La primera actuación en público, cuando tenía 16 o 17 años de edad, aconteció cuando cantó en una fiesta de quince años en el Casino de “Los Meseros”, localizado en la esquina de las calles Canales y Allende, en lo que sería la “Zona Rosa” de Reynosa.
El grupo tocaba con un solo amplificador, al cual le conectaban todos los instrumentos; los que eran prestados o rentados a Edie Velasco. La música que tocaban era la que les “nacía hacer”. Los integrantes eran: en el bajo José Luis Alonso Guevara, en el requinto Jesús “Chuy” Marroquín, en la guitarra Juan Chávez Rivera, en la batería Efrén “El Oso” Olvera (quien tocó eventualmente el requinto con los Johnny Jets y quienes resultan ser el primer grupo musical roquero de Reynosa) y cuando no se presentaba este último, lo sustituía el baterista Miguel Ibarra. En ese tiempo, Wayo y tal vez sus compañeros, admiraban en Reynosa al guitarrista Pablo Flores de los Johnny Jets, quién tocaba en el Edies.
Entre 1964 o 1965, Wayo formó a los “Tin-Pac”, armonizado por jóvenes, algunos de ellos todavía estudiantes de secundaria. Sus compañeros fueron: Fernando Martínez (q.e.p.d.) en el requinto, Toño Gutiérrez con el acompañamiento en la guitarra, Salvador Leal en el bajo y Arturo Cázares en la batería. El grupo pronto se deshizo, cuando todos ellos se marcharon para seguir con su educación fuera de la ciudad de Reynosa, una tradición para los que continuaban con su educación superior en ese entonces.
Hacia la Cd. de México.
Wayo se marcha de nuevo de Reynosa para Monterrey, para continuar con su carrera profesional como vocalista durante 1966. Ahí es invitado a participar como integrante del grupo llamado “Los Rockets”, formando parte del programa (de TV) “El Clan del Martillito”, conducido por el arquitecto
Héctor Benavides (q.e.p.d.), en donde interpretaban música de rock and roll. Tiempo después, Wayo viajó a la Ciudad de México donde fue el vocalista de varios grupos del momento.
En enero de 1967, visitando el Hullabaloo, un “café cantante” en la Ciudad de México, se reencuentra con viejos amigos, como el baterista Miguel Ibarra de sus “Wizards” y los hermanos Meme y José Luis Gazcón de los “Ángeles Azules”, de Matamoros, bajista y guitarrista, respectivamente. Con éstos había cantado en Matamoros.
Estos músicos eran integrantes del grupo “Los Yaki”, cuyo vocalista era Benny Ibarra. En ese momento, éste se encontraba en el hospital, por lo que le pidieron lo sustituyera por un par de semanas, mientras se recuperaba. Wayo conocía muy bien el repertorio de ese grupo. El lugar donde se presentaban era ese mismo “café cantante” por la calle Oaxaca, en la colonia Roma Norte del D. F.
En ese intervalo Alfredo Marcelo “el Güero Gil” (hijo de Alfredo Bojalil Gil o Güero Gil de Los Panchos), productor o director artístico de la disquera Capitol, escuchó la voz de Wayo y le mencionó que había un grupo sin vocalista de la misma disquera Capitol, con la que había grabado a “Los Yaki”. Ahí lo acomodó con ese grupo,
Fue por eso que, Wayo participó como el vocalista de “Los Profetas”, un grupo de músicos chilangos compuesto por Fernando Baena en el bajo, Carlos Portella en el acompañamiento con la guitarra, Francisco Mora Catlett en la batería y Abraham Laboriel, quien dirigía al grupo con la guitarra de 12 cuerdas. Fue con ellos que grabó “Un poquito de ti, un poquito de mi” (un cover de “A Little Bit Me, A Little Bit You” de The Monkees”, original de Neil Diamond y adaptada por A. Laboriel), “Felices y Juntos” (cover de “Happy Togehter” de The Turtles, original de Alan Gordon y Garry Bonner y adaptada por Wayo Roux) y “Ya, ya, ya” (cover de “Stop! Stop! Stop!” de The Hollies, original de Allan Clarke, Tony Hicks y Graham Nash y adaptada por A. Laboriel) para la disquera Capitol en febrero de 1967. Fernando era hijo del compositor Federico Baena. En la década que siguió, Abraham logró consolidarse desde entonces como el bajista más prolífico internacionalmente en los Estados Unidos.
Después de grabar los discos sencillos para la disquera, “Los Profetas” hicieron varias giras, donde se presentaron en León, Celaya, Cuernavaca y otras ciudades circunvecinas a la ciudad de México. En 1967, Wayo y “Los Profetas” se presentaron en diferentes “cafés cantantes” de la época en México, tales como el Harlem, el Hullabaloo, el Sótano, Schiafarelo, Le Chapeau Melon, el Rosseli, etc. Estos eran simples lugares, donde se servía solo café y limonada. También se presentó en el muy conocido bar Veranda del Hotel María Isabel Sheraton de la avenida Paseo de la Reforma, en el corazón de la ahora Ciudad de México.
En México trabajó unas tres semanas con los “Johnny Jets” en Plaza Casino México, lugar importante de la época. Esto fue antes de regresar a Reynosa, donde se dedicaría a constituir su propio grupo, con músicos esencialmente de Reynosa. Estos logros y la creación del Club Alaska fueron el inicio de una larga trayectoria, relacionada con la música rock en esta ciudad fronteriza; aportando como músico, empresario, promotor artístico y compositor.
La presente nota es parte de una serie de entrevistas que se recogieron hace pocos años, en diferentes cafés o restaurantes de esta ciudad, con el apoyo del entrañable camarógrafo don Salvador Moya. Wayo deja un legado del desarrollo musical fronterizo, después de su partida el pasado lunes 26 de febrero.