Nombramientos controversiales en el gobierno de Trump desafían las normas sociales.
Washington.- En Estados Unidos, las acusaciones de conducta sexual inapropiada solían ser un motivo suficiente para destruir la carrera de un político. Sin embargo, bajo la administración de Donald Trump, estas acusaciones parecen no ser un obstáculo para ocupar cargos de alto nivel. Figuras como Robert F. Kennedy Jr., nominado para liderar el Departamento de Salud y Servicios Humanos, enfrentan serias denuncias que, en otra época, habrían descalificado a cualquier aspirante. Kennedy negó recordar los incidentes, ofreciendo una disculpa que las víctimas consideran insuficiente.
Trump también ha propuesto a otras figuras con historias de supuestas conductas indebidas. Pete Hegseth, nominado para secretario de Defensa, enfrentó una denuncia de agresión sexual que resolvió con un acuerdo económico. Matt Gaetz, su elección para fiscal general, ha sido objeto de investigaciones por presuntos encuentros sexuales con menores y abuso de drogas. Incluso Elon Musk, quien liderará una nueva iniciativa gubernamental, enfrenta múltiples demandas por fomentar un entorno laboral hostil hacia las mujeres en SpaceX.
El precedente establecido por Trump al nombrar a hombres acusados de agresión sexual refleja un patrón preocupante. Según expertos como Julian Zelizer, estos nombramientos no solo desestiman las normas sociales, sino que también envían un mensaje desafiante frente a los críticos del propio Trump. Estas decisiones han generado un debate nacional sobre la forma en que la política aborda las acusaciones de abuso y su impacto en las víctimas.
La inclusión de figuras acusadas en el gobierno es vista por algunos como un golpe contra el movimiento #MeToo. Académicas como Juliet Williams señalan que estos actos podrían disuadir a las víctimas de denunciar abusos, perpetuando una cultura de impunidad. Además, temen que estos gestos refuercen la percepción de que las denuncias no tienen consecuencias para los poderosos, lo que podría frenar avances en justicia e igualdad de género.
Finalmente, esta situación ha sido recibida con consternación por las generaciones más jóvenes, que ven en estas decisiones una barrera al progreso hacia un mundo más justo. Para muchas mujeres jóvenes, este momento histórico es un recordatorio de los desafíos persistentes en la lucha por la dignidad y seguridad de las mujeres, marcando un punto de inflexión en la política estadounidense.