El rockero chicano tuvo una vida de película, ignorado en Estados Unidos fue un ídolo en Sudáfrica.
Belén Eligio | El Sol de México.- Como una figura incomprendida y con un éxito tardío es como se recuerda a Sixto Rodriguez, quien falleció ayer, a la edad de 81 años.
Nacido en Detroit en 1942, en el seno de una familia mexicana, su acercamiento a la música se dio desde que tenía 16 años, cuando comenzó a tocar la guitarra. “Había un instrumento en la familia, y comencé a tocar en pequeños bares y clubes de la ciudad”, narró el cantante en el documental ganador del Oscar, Buscando a Sugar Man (2012).
Esta película rescató su legado musical, Rodriguez fue ídolo en un solo país: Sudáfrica, él no lo sabía y los fans pensaban que estaba muerto.
Su carrera inició y terminó a principios de la década de los años 70, con la publicación de los discos Cold fact (1970) y Coming for reality (1971), bajo el sello Sussex Records, cuyos recursos no fueron suficientes para darle la difusión necesaria y llevarla a una gran audiencia.
“Eran años de mucho trabajo, yo estaba en una planta de autos”, cuenta Sixto en el documental. “En el año 70 todo iba muy bien, o al menos eso pensaba. ¿Qué sentía? La sensación de haberlo logrado”.
Ese poco reconocimiento, aunado a la quiebra de la disquera meses antes del lanzamiento de su tercer álbum, provocaron que el músico se retirara de la profesión, la música se quedó en su vida como un simple hobbie que ejercía los fines de semana, mientras ganaba dinero trabajando en el negocio de la construcción.
“Parecería que por cuestiones de comunicación no estaba al tanto de las grandes ventas que estaba teniendo fuera de Estados Unidos”, explica en entrevista el locutor y guionista Iván Nieblas.
“Tenía mucha competencia de los grandes monstruos consolidados. Pienso que quedó sepultado por el éxito de artistas como Jimi Hendrix, Crosby, Stills, Nash & Young, Joni Mitchell, el último álbum de los Beatles, Let It Be, la escena del rock progresivo que avanzaba con todo, y la música pesada de Led Zeppelin y Alice Cooper entre otros”, agregó.
Mientras esto sucedía en su país natal, en los 80 el público de Australia y Sudáfrica descubrió su trabajo, y encontraron en sus canciones himnos de protesta en contra de la guerra, los abusos y las desigualdades que vivían en la época del Apartheid.
Fue hasta finales de los 90 cuando, tras rumores sobre su muerte, que el escritor Stephen Segerman y el periodista Carl Bartholomew-Strydom, ambos sudafricanos y seguidores de la música de Rodríguez, se dieron a la tarea de buscarlo, y llevarlo a Sudáfrica para hacer una gira.
“Fue justo la clave para que el mundo lo conociera y a la distancia pudiera darle su justa dimensión”, señala Nieblas.
Según recuerdan sus hijas en el documental, a su llegada se sorprendieron de haber sido recibidos con tres limusinas, y un trato de artistas que nunca antes habían tenido.
“Fue como si recibieran a Madonna, salir y tener a los paparazzis esperándonos, y todo el equipo listo para recibirnos y llevarnos a la sala VIP”, explica en la película Eva Rodríguez, quien había descubierto en internet varias páginas tributo a su padre.
“Viene esta realidad paralela que, en otro contexto, escucha su música y le da ese valor, y él ni siquiera se entera”, compartió el periodista especialista en rock, Ricardo Bravo.
“No es necesariamente el talento lo que lleva a un artista a ser reconocido. Cuando uno escucha su obra, es claro que es de gran valor lírico y de los mensajes que maneja, y sin embargo fue un fracaso comercial en Estados Unidos cuando se lanzó”, agrega Bravo.
Iván Nieblas califica a Rodríguez como un músico incomprendido en su momento, pero dado que “hoy en día ya se tiene más información, se le equipara con los grandes cantautores de los años 70 como Bob Dylan, cuyas canciones tenían mucha conciencia social y política”.
Bravo agregó que el poco reconocimiento que recibió al inicio de su trayectoria se debió en gran medida al contexto social que lo rodeaba, y a las tendencias musicales que se inclinaban más hacía otros géneros.
“Si hubiera aparecido un poco antes, digamos en la época de los 60, cuando la gente estaba con un sentido social más a flor de piel, habría tenido un eco mayor”, declaró.
El experto precisó que el fenómeno que se vivió con Sixto puede incluso compararse con lo que sucede en la época actual, pues aquello que resulta en un éxito comercial, suele ser un producto de campañas publicitarias millonarias, y no necesariamente destaca lo que tiene sustancia o calidad.
“Esto en los últimos años ha quedado todavía más claro, con todos estos fenómenos que existen en la música donde hay misoginia, apología del narco, y ese tipo de cosas manejadas de una manera muy burda”, finalizó.
La música de Sixto Rodríguez se escuchó en vivo en México por primera vez en el Festival Vive Latino, en marzo de 2014, después del estreno de Buscando a Sugar Man.
Con información de El Sol de México.