El gobernador Luis Carvajal había comisionado a uno de sus capitanes para que fundara la villa de San Luis de los Ojos de Santa Lucia en el valle de Extremadura, en lo que actualmente es Monterrey.
Fue entre 1582 y 1583 que el propio gobernador Luis Carvajal exploró por segunda vez el río Bravo y parte del litoral costero del Golfo de México, en lo que es hoy Tamaulipas. La expedición partió desde la ciudad de León, en las inmediaciones de la sierra de Picachos. De los 10 declarantes que atestiguaron ante la Audiencia de Guadalajara pocos años más tarde, tres confirmaron haber sido parte de la expedición y cinco haber visto o escuchado sobre ese viaje.
Como ya lo indicamos en una nota anterior de este matutino, Luis de Carvajal había estado en el río Bravo anteriormente, después de haber descubierto el camino entre Mazapil en Zacatecas y el Pánuco, encontrando el abra entre el altiplano y la llanura costera del Golfo de México, en lo que es ahora la cuesta entre Saltillo y Monterrey. Fue en 1573 que Carvajal, entre las diferentes expediciones punitivas desde el Pánuco, habían logrado alcanzar el río Bravo e inclusive lo habían logrado cruzar.
Entre los que fueron en este segundo viaje, 10 años después, se encontraban el capitán Phelipe Núñez, Juan Clavijo Carvajal y Juan González. El propósito del viaje era explorar la tierra y encontrar un punto favorable para un puerto donde se pudiese asentar una población.
Según Juan González, el gobernador había salido de la ciudad de León con 30 soldados hacia la Florida, los ríos Bravo y las Palmas. Varios de los testigos dijeron que habían recorrido 100 leguas. El testigo Juan Ochoa Garibay explicó que había ido a la ciudad de León de dicho reino, al tiempo que llegaban de regreso de ese viaje los capitanes Agustín de la Saca y Cristóbal de Heredia. Ochoa menciona que los capitanes traían un contingente con un total de 50 soldados, discrepando del número dado por González.
FONDEO DE RÍOS.
El capitán Phelipe Núñez explicó que trataban de descubrir un lugar para un puerto y que fue el gobernador Luis de Carvajal con algunos capitanes los que pasaron hacia “La Florida”, sin encontrar dónde fondear barcos. Núñez mencionó que los ríos “no tienen fondo” para que entren navíos, aunque fueran de porte pequeño. Tampoco encontraron noticias de que los hubiese más hacia el norte. Suponemos que estas exploraciones no hayan cubierto muchos ríos hacia el norte del río Bravo, por el litoral costero de Texas.
Otro de los soldados que fue en esa expedición, Juan Clavijo Carvajal, dijo que vio cómo se reconoció el fondo de dichos ríos: el Bravo y el de las Palmas (Soto la Marina). Encontraron que el río que “más fondo tuvo” era el Bravo, en el cual se halló con 2.5 “brazas” [sic brazadas] de profundidad. Este testigo notó que la corriente era tan grande y comprendió que el canal se mudaba por la arena; esto les causó mucho trabajo en el reconocimiento del calado del río al gobernador, sus capitanes y soldados, según dijo el testigo Clavijo Carvajal.
La brazada era una medida de longitud que equivalía a dos varas, aproximadamente 1.676 metros. Por lo que el río Bravo, cuando fue visitado por Carvajal tenía cerca de 4.19 metros de profundidad en su desembocadura. Poco más de un siglo después (1686), Alonso de León, El Mozo, exploró la misma desembocadura del Bravo con un contingente de 29 soldados de la compañía de Monterrey y 18 de la compañía de Cadereyta. Esa expedición pretendía encontrar el notorio fuerte San Luis de René Robert Cavalier, Sieur de La Salle.
El día 14 de julio la expedición llegó a la desembocadura del río, donde no se halló vestigios del fuerte francés. Escribió el cronista anónimo, Juan Bautista Chapa -aquí los sedimentos del Bravo, tornaban el agua a un color bermejo al introducirse por más de una legua (4.19 km) mar adentro-.
La gente de Alonso de León decía que ahí el ancho del río tenía un tiro de mosquete (90 a 100 m) y su profundidad llegaba de siete a ocho brazas (casi los 12 a 13.5 m). Los exploradores estimaron que las embarcaciones profundas de la época podían entrar hasta 8.38 km río arriba. Los sedimentos del río lo hacían parecer menos profundo. Durante el siglo XIX, el Bravo fue el primer río de México en ser navegado por buques de vapor que llegaban hasta la el antiguo poblado de Guerrero, en lo que es actualmente el vaso lacustre de la Presa Falcón.
TRATO CON LAS ETNIAS.
Entre los testigos que acompañaron a Carvajal en su viaje a la costa fueron Juan de Carvajal y Juan González, quienes explican que anduvieron más de 100 leguas (419 km) en donde fueron pacificando a los indios con los que se encontraban. El gobernador no permitía se le hiciesen agravio alguno; los apaciguaba y les regalaba cosas.
El capitán Phelipe Núñez explicó que Carvajal trató bien a los naturales que encontraron, sin que él ni sus capitanes les hiciesen algún daño; aunque los naturales si les dieron ocasión al salirles de guerra y flecharlos. Esto mismo lo reafirmó Juan Gonzáles, quien dijo que algunos indios les salían a flecharlos, pero el gobernador no consentía que se les hiciesen algún daño.
Esta política o actitud de proteger a la población nativa se repite en la documentación relacionada con Carvajal en otras regiones de México, como lo explica su biógrafo Samuel Temkin; una posición que sería descalificada por sus retractores en su juicio de la inquisición.
De este viaje que hicieron por los ríos Bravo y de las Palmas, fueron a salir a la Tamaulipa (Tamaholipa) que según Juan González era el término o límites del Nuevo Reino de León, a 12 leguas del Puerto de Tampico.
REBELIONES INDÍGENAS.
Habiendo regresado a su capital ciudad de León, después de buscar un puerto en el litoral costero, Luis de Carvajal partió hacia el Pánuco antes del mes de mayo del año 1583. Los indios de Tamapache, Tampasquín y Tamotela se habían sublevado en las serranías que con anterioridad había apaciguado, como lo mencionamos en notas anteriores de este matutino. La revuelta había llegado de nuevo hasta el pueblo de Xalpa.
Entre los testigos que declararon ante la Audiencia de Guadalajara, estuvieron en esta campaña con el gobernador del Nuevo Reino de León: Phelipe Núñez, Juan Clavijo Carvajal, Juan de Carvajal y Juan González. Para entonces los indígenas de esas serranías, que se encuentran actualmente en el estado de San Luis Potosí, habían profanado y tirado iglesias, regresando a sus rituales ancestrales adorando a sus antiguos ídolos; en la revuelta habían matado a muchos naturales y despoblado los pueblos.
El virrey había enviado tropas bajo el Dr. Juan Baptista Orozco, alcalde de la corte de México, para castigar a los indios, pero solo se había logrado empeorar la situación, al matarle indios y soldados. Anteriormente le había pasado lo mismo a un contingente del general don Francisco de Puga.
El testigo Juan González narra que el gobernador Carvajal fue desde su capital con 50 soldados al Pánuco; subió la serranía y procuró negociar por la paz. Pero los indios le respondieron que el tributo que le habían de dar, sería de flechas. En una batalla que duró más de 4 horas, logró vencerlos y desbaratarles, aprehendiendo a algunos de los líderes. Los redujo de nuevo a sus pueblos poniéndolos bajo frailes o religiosos, asentando en paz a las provincias de Valles, Pánuco, Metztitlán y Molango.
Carvajal logró quitar los presidios de la Huasteca, que se encontraban en esas provincias y que se decía gastaba la Corona más de $ 6,000 pesos en su manutención. Fue entonces que se quitó el presido en las inmediaciones de la Villa de Valles y el que se tenía en el pueblo de los Maguaos, cerca de la Tamaholipa.
El gobernador Luis de Carvajal estuvo hasta finales del año 1584 en el sur, antes de retornar a la ciudad de León. Para entonces, los indígenas de la serranía de Nuestra Sra. de los Remedios también se habían alzado en armas.
Antes de partir hacia el Pánuco en la primavera del año 1583, Carvajal había comisionado a uno de sus capitanes para que fundara la villa de San Luis de los Ojos de Santa Lucia en el valle de Extremadura, en lo que actualmente es Monterrey. Pero estos datos serán contados en una próxima nota.