Ya para el año 1924 Reynosa contaba con un reglamento de tráfico de 39 artículos, elaborado en la época del alcalde Bernardo Sepúlveda Garza para todo tipo de vehículos, de tracción animal y de fuerza motriz.
Reynosa, Tamaulipas.- A finales de enero de 1990, el Lic. César Humberto Isassi, el segundo cronista de Reynosa, entrevistó y grabó al reconocido maestro y director de la primaria Hidalgo, locutor y eterno servidor público, don Juan Granados; esto fue en la casa de éste en la esquina de las calles González Ortega y Zaragoza en el centro de Reynosa, donde se encontraba presente también su hermano Andrés Granados.
Entre las muchas cosas que platicaron esa tarde, el lic le contó sobre las charlas con su padre, don Trinidad Isassi, sobre los automóviles allá por el año de 1917.
Recordaba de esa plática, que cuando los automóviles arrancaban, los vecinos decían “oye, mira, ya prendió el carro de don fulano, y ya prendió el otro”, porque el ruido era diferente. El Lic. Isassi se acordaba que los carros podían ser de don Antonio Nassar o de don Gerardo M. Gutiérrez. De este último no estaba seguro, pues le señalaron que no estaba aquí, que se había ido durante la revolución.
En realidad, sabemos por nuestras indagaciones sobre la revolución mexicana, que su negocio en el cruce de las calles Hidalgo y Matamoros había sido seriamente afectado durante el ataque a Reynosa por el Ejército Constitucionalista de Lucio Blanco, en la tarde del 10 de mayo de 1913.
De hecho, existen los reportes tanto de los Constitucionalistas, así como de un escrito elaborado por un espía huertista.
Estos escritos sobre espionaje presentado por ambos bandos huertistas y carrancistas, dan su versión de los destrozos en el comercio de don Gerardo M. Gutiérrez, en la esquina del centro de Reynosa.
Don Gerardo M. Gutiérrez, así como otros reynosenses del porfiriato y no porque fueran huertistas, se vieron en la necesidad de abandonar el pueblo para irse a Hidalgo, Texas, donde permanecieron hasta el año 1920.
Curiosamente los ataques de los constitucionalistas en contra de los huertistas, en lo que es ahora el centro de Reynosa, fue dirigido por Francisco J. Múgica desde un carro Ford que estacionó en el antiguo panteón de Reynosa, ese 10 de mayo de 1913.
Este cementerio estuvo ubicado en los terrenos que ocupa actualmente la clínica-hospital del ISSSTE, en la calle Nicolás Bravo con López Mateos, a espaldas de la liga del ferrocarril y a un costado del paso a desnivel No. 1.
Tal vez Múgica adquirió ese “fordcito” en el Soldadito, donde se encontraba el casco original de la Hacienda la Sauteña. O tal vez en el Charco Escondido (Congregación Garza), pues el automóvil y la caballería de ese ejército viajaron la madrugada del 10 de mayo por la brecha que los llevó a la toma de Reynosa.
Automóviles antiguos.
Pero cuando le preguntó el Lic. Isassi a los hermanos Granados por las personas que tuvieron los automóviles más antiguos en Reynosa, Andrés recordaba al Dr. Canseco quien vivió enfrente de lo que se convertiría como la placita Niños Héroes.
El hermano de Juan decía que eran un “fordcito”, de los cuales recordaba que traían lámparas que utilizaban petróleo para iluminar el camino en la noche y por allí se le echaba agua al radiador, el cual estaba fabricado de latón.
Los hermanos Granados concordaron sobre otro carro “Fordcito” de don Eutimio Villarreal, quien era originario de General Bravo, Nuevo León. Aunque no había carreteras, este personaje se propuso que conocieran el primer carro en su pueblo y mandó traer una carreta desde allá. Como su coche era muy liviano, lo pusieron arriba de la carreta entre cuatro personas y lo llevaron por el camino para que lo conocieran. Andrés dijo que eso había sucedido por el año de 1918.
Juan y Andrés recordaban que, uno de los primeros en tener un automóvil en Reynosa fue el Dr. Jacinto L. Ramírez, quien había sido el primer esposo de la Sra. Aurora Gutiérrez Domínguez. Los hermanos Granados recordaron que, había vivido en la esquina sur poniente del cruce de las calles Guadalupe Victoria y Pedro J. Méndez, donde después se estableció la Nacional Financiera, tumbando la casa de dos aguas, enseguida de la familia de los Veras y en contra esquina de la propiedad de Nazario “Chalito” Cantú.
En la entrevista que les hace el Segundo Cronista de Reynosa, los Granados dicen que fue uno de los primeros médicos de Reynosa, quien se había inoculado accidentalmente con una cepa de lepra; pero así consultaba a sus pacientes con el apoyo de su esposa. Erróneamente, Andrés confunde a este médico como hermano del general Herón Ramírez y del ex alcalde Alfredo Ramírez.
Según la biografía de este personaje, escrita en los cuadernos inéditos del primer cronista municipal, don Donato Palacios, el Dr. Jacinto L. Ramírez fue hermano de Luis y Baldomero Ramírez. Este último era el padre de los dos primeros mencionados, o sea sobrinos del médico. Según Andrés Granados, el que manejaba el carro del doctor era Trine Ramírez “El Romo”, quien era su sobrino o tal vez sobrino nieto.
Control del automóvil por las autoridades.
De acuerdo con el trabajo de la maestra Minerva, “A la orillita del río”, ya para el año 1924 Reynosa contaba con un reglamento de tráfico de 39 artículos. Este se había elaborado en la época del alcalde Bernardo Sepúlveda Garza para todo tipo de vehículos, de tracción animal y de fuerza motriz. El reglamento incluía artículos desde el registro de los vehículos, placas, licencias, límites de edad del conductor, alquiler de los vehículos, estacionamientos, penas, castigos, etc.
Conforme al artículo 29 de este reglamento, ningún conductor de un automóvil de alquiler o particular, podía conducir por las calles de Reynosa a una velocidad superior a los 20 kilómetros por hora, asimismo se le pedía al conductor que en las bocacalles se debía aminorar la velocidad.
A pesar del pequeño número de carros, algunos peatones eran atropellados y los choques entre carros de animales y automóviles eran la noticia cotidiana en el poblado.
Las quejas por extorsiones de parte de personajes fuera de la ley, robos y asaltos relacionados en el nuevo transporte, se convirtieron en lo cotidiano durante la década de los años 1920.
Desde sus inicios en la antigua villa de Reynosa en el año de 1749 (en lo que es ahora Reynosa Díaz), el transporte de mercancía fue clave para el desarrollo económico, cuando entonces se utilizaban las recuas de mulas. Para 1928, estos animales habían sido substituidos por camiones Ford que movían las mercancías de los propietarios de comercios locales, tales como los de Francisco Rodríguez Cano, José Elías, Lauro Bolado, Benigno Benavides, Manuel Garza Zamora o el entonces alcalde Lauro Herrera.
En el registro vehicular de 1928, resguardado en el Archivo Municipal de Reynosa, la nueva ciudad (elevada de villa a ciudad en 1927) contaba con un total de 33 vehículos de combustión interna. Los primeros automóviles aparecieron en esta frontera desde la primera década del siglo XX.
La lista del parque vehicular estaba conformada por camiones de la marca Ford; mientras que los automóviles eran 15 de esa misma marca, 3 Dodge Bro (Brothers), un Chevrolet, un Chrysler y un Studebaker.
Otras anécdotas y crónicas serán contadas en otra ocasión, sobre este medio de transporte que cambió al mundo a partir del siglo XX.