La caída sostenida en la producción petrolera exige nuevas estrategias y una visión de largo plazo.
Ciudad de México.- Desde 2004, Pemex ha experimentado una disminución promedio de 100 mil barriles diarios por año en su producción de petróleo, atribuido al agotamiento de reservas y restricciones presupuestales. Esta caída marca un retroceso constante desde su pico de producción, y en 2024, las reservas probadas, probables y posibles se redujeron a 16.4 millones de barriles, casi la mitad de lo registrado en 2010. Además, el 50% de la producción actual depende de siete campos en declive, lo que agrava el panorama.
Las metas gubernamentales de producción han sido optimistas pero inalcanzables, pasando de 2.6 millones de barriles diarios proyectados al inicio del sexenio pasado a un objetivo ajustado de 2 millones. En octubre de 2024, la producción real apenas alcanzó 1.561 millones de barriles diarios, reflejando la dificultad de cumplir estas proyecciones en un contexto de reservas menguantes y limitada capacidad de exploración.
Pemex enfrenta un desafío estructural: su enfoque histórico en aguas someras contrasta con la necesidad de explorar aguas profundas, una estrategia clave en empresas internacionales para contrarrestar el agotamiento de campos maduros. Sin embargo, las restricciones presupuestales y operativas dificultan este cambio, lo que limita la posibilidad de aumentar la capacidad de reposición de reservas y asegurar la sostenibilidad de la producción.
Ante este escenario, resulta imperativo que Pemex adopte una visión estratégica que priorice la inversión en exploración y tecnologías avanzadas. Además, la empresa debe buscar alianzas que le permitan diversificar su capacidad operativa. Solo mediante un enfoque renovado será posible mitigar el impacto de la disminución en la producción, crucial para la economía mexicana y el desarrollo del sector energético.