James Watkins dirige el remake de la danesa “Gaesterne” (Huéspedes) sobre el infierno que vive una familia americana al visitar la finca de otra familia a la que acaban de conocer.
Ciudad de México.- No hables con extraños (Speak No Evil), dirigida por James Watkins, es una re interpretación del original danés, que mezcla el terror psicológico con un toque de humor negro. En esta nueva versión, el director logra mantener el ambiente de tensión, aunque con un enfoque menos crudo y más accesible para el público general. La trama sigue a una familia americana que, tras ser invitada a una finca británica, se ve envuelta en una pesadilla que pone a prueba sus límites.
En los primeros compases, la película conserva la esencia del material original, pero añade detalles que apelan al espectador contemporáneo. El choque cultural entre la familia estadounidense y sus anfitriones británicos da pie a momentos cómicos, pero es la escalada de tensiones lo que realmente atrapa. El uso de la música y referencias culturales, como la canción “Eternal Flame” de The Bangles, amplifica el contraste entre la aparente calma y el caos inminente.
Sin embargo, a pesar de su tono accesible, la película no abandona su mensaje central: el miedo a lo desconocido y a la pérdida de control. Los protagonistas, interpretados por James McAvoy y Aisling Franciosi, van perdiendo su compostura “civilizada” ante las provocaciones y circunstancias extremas. El conflicto llega a su clímax en los últimos minutos, con una secuencia que evoca clásicas escenas de encierro y supervivencia.
Con un final que, aunque diferente al del film original, sigue siendo perturbador, No hables con extraños es una película que, aunque no impacta con la misma fuerza que su predecesora, consigue mantener al espectador al filo del asiento.