La resistencia a los antibióticos y la aparición de superbacterias representan problemas significativos, especialmente para las personas más vulnerables. En 2019, las bacterias resistentes a los antibióticos causaron casi 5 millones de muertes a nivel mundial.
Especial.- Aunque pueda parecer un problema grave, es crucial recordar que coexistimos con bacterias que desempeñan un papel fundamental en nuestra supervivencia. Según una investigación publicada en la revista Science, los genes de resistencia a los antibióticos proporcionan una ventaja a las bacterias intestinales, permitiéndoles mantenerse en la cima de su constante lucha contra los microbios dañinos.
«Las mutaciones de resistencia a los antimicrobianos en los comensales pueden tener efectos paradójicamente beneficiosos al promover la resiliencia del microbioma frente a los antimicrobianos», señala Shakti Bhattarai, autora principal.
Efecto inesperado.
El estudio abordó la «contienda» entre las bacterias intestinales benéficas y perjudiciales. Para ello analizaron 24 pacientes con tuberculosis multirresistente que habían sido sometidos a diversos tratamientos antibióticos para controlar su enfermedad.
En la fase inicial, el tratamiento contra Mycobacterium tuberculosis impactó negativamente en el microbioma intestinal de los pacientes, generando alteraciones en el metabolismo, la composición y la diversidad de las especies bacterianas. Durante este período, los pacientes experimentaron síntomas comunes del síndrome del intestino irritable como efecto secundario del uso prolongado de antibióticos, incluyendo diarrea e inflamación intestinal.
No obstante, con el tiempo se observó un fenómeno sorprendente entre los pacientes. Los investigadores registraron una resistencia del microbioma a la alteración causada por los antibióticos a largo plazo, restableciendo de forma espontánea la predominancia de bacterias beneficiosas tras el desequilibrio inicial.
Además, se descubrió una conexión entre el estado del microbioma intestinal del paciente, la erradicación de la bacteria de la tuberculosis y la recuperación de la inflamación asociada a la enfermedad.
Resistencia a largo plazo.
Otras pruebas en ratones, mediante trasplantes fecales de los pacientes, demostraron que sus microbiomas adquirieron resistencia a la alteración posterior causada por los antibióticos. Estos genes de resistencia persistieron en algunas de las especies bacterianas amigables incluso un año después de finalizar los tratamientos con antibióticos en los ratones.
«Estas mutaciones pueden beneficiar la salud del ecosistema del microbioma establecido por los antibióticos a largo plazo», explica el equipo. De igual forma, sugiere su uso para contrarrestar patógenos resistentes a los antibióticos.
Sin embargo, es importante considerar que esto podría conllevar un mayor riesgo de resistencia a los antibióticos y, aunque se necesitaría más investigación, deberíamos evaluar si es un riesgo justificado. Todo esto, en aras de nuestras pequeñas amigas, las bacterias intestinales.