Nacida en Guadalajara con nacionalidad estadounidense, la ingeniera eléctrica Katya Echazarreta se convertirá en la mujer más joven en viajar a la frontera espacial.
Estados Unidos.- Cuando Katya era apenas una niña de siete años abandonó Guadalajara para migrar a Estados Unidos. El proceso de inmigración la mantuvo alejada de su familia por cinco años, con la que volvió a reunirse cuando ya era una adolescente. Ahora, forjada en las ciencias, la ingeniera eléctrica se convertirá en la primera mexicana en alcanzar el espacio, como parte de la quinta misión de turismo espacial de Blue Origin.
Por su ímpetu y pasión por la ciencia, Katya Echazarreta está por romper las barreras que limitan a la atmósfera terrestre y penetran en el umbral del espacio. Si bien siempre fue una joven soñadora, nunca se imaginó que estaría, literalmente, a 10 mil kilómetros por encima de la Tierra. Ahora está a punto de lograrlo, pues su historia influyó para que fuera seleccionada con el patrocinio de “Space for Humanity”, un programa dedicado a seleccionar civiles para viajar al espacio. Echazarreta fue elegida de entre 7 mil solicitantes de más de 100 países.
La agencia espacial privada Blue Origin se encuentra en los preparativos de su próximo despegue. Junto con Katya viajarán cuatro turistas más: Evan Dick, Jaison Robinson, Victor Vescovoel y Victor Correa Hespanha, quienes ascenderán a la frontera del espacio, impulsados por el cohete New Shepard.
En su página oficial, Katya narra que mientras crecía, lejos de su familia, tuvo presentes dos aspectos: las palabras de su abuela y el amor por las ciencias. La joven de 26 años recuerda el modo en que su abuela trató de confortarla, en medio de la distancia. “Mi abuela me dijo: ‘recuerda que aunque estamos separados, estamos bajo el mismo cielo’. Ese mensaje siempre se me ha quedado grabado”.
“El espacio, las matemáticas, la física, la astronomía me han interesado desde que tengo memoria y nunca perdí de vista eso mientras crecía”
Bajo una ética de trabajo que la acompaña desde la niñez, la joven también rememora que su madre siempre la impulsó a luchar por sus pasiones. “El espacio, las matemáticas, la astronomía y la física me han interesado desde que tengo memoria y nunca perdí de vista eso mientras crecía”.
Pero el camino no fue fácil, Echazarreta también recuerda lo difícil que fue adaptarse a una nueva cultura, debido a la barrera del lenguaje. Pero su gran talante, que ya se vislumbraba desde corta edad, le permitió dominar el inglés en menos de dos años.
Durante los primeros años de formación académica, Katya asistió a una secundaria pública, simultáneamente tomó clases en un colegio comunitario, donde impartían estudios de ingeniería eléctrica. Más tarde afianzaría sus conocimientos en el área al ingresar a la Universidad de California, en Los Ángeles, donde culminó sus estudios de licenciatura. Fue entonces cuando llegó la oportunidad de colaborar con la NASA, en un programa de pasantías. Posteriormente atravesó la transición a ingeniera de tiempo completo y trabajó en cinco misiones de la NASA, incluida Perseverance, del programa de exploración que tiene como destino llevar a la humanidad a Marte.
En la actualidad, la también comunicadora científica cursa el grado de maestría en la Universidad de Johns Hopkins.
Pero todo ese proceso no resultó sencillo. Katya no sólo atravesó las dificultades de integrarse a una nueva cultura que desconocía, sino que enfrentó los sesgos de género que marcan las pautas académicas en las disciplinas CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
“A lo largo de mi camino en la escuela de ingeniería fui muy consciente de la falta de mujeres en el campo. Esto fue muy difícil para mí porque no tenía muchas personas a las que pudiera pedir consejo sobre varios temas, como los sesgos implícitos que enfrentamos a diario”, señala.
Es por eso que ahora se dedica a instruir a niñas y jóvenes que, como ella, experimentan una inquietud por las ciencias desde temprana edad. Con esta contribución, la joven espera ayudar a reducir la brecha existente entre mujeres y la profesionalización científica.