El aumento de las temperaturas está causando que los hongos muten de manera que no solo se vuelven hiper-infecciosos, sino también resistentes a los medicamentos.
Especial.- Una alarmante investigación, publicada en Nature Microbiology,realizada por la investigadora Jingjing Huang y sus colegas de la Universidad Médica de Nanjing advierte del peligro y la importancia de los nuevos patógenos fúngicos están gravemente subestimados.
En su nuevo artículo, subrayan que “la mutagénesis dependiente de la temperatura puede permitir el desarrollo de resistencia a múltiples fármacos y la hipervirulencia en los hongos, apoyando la idea de que el calentamiento global puede promover la evolución de nuevos patógenos fúngicos”.
Las infecciones fúngicas ya causan alrededor de 3.75 millones de muertes anuales, a pesar de que la mayoría de las especies prefieren temperaturas mucho más bajas que las del cuerpo humano.
Sin embargo, investigaciones previas sugieren que forzar a los hongos a adaptarse a entornos más cálidos puede alterar completamente su fisiología. Un ejemplo notable es Candida auris, el primer hongo identificado que probablemente surgió como patógeno debido al cambio climático.
A medida que otros hongos se vuelvan más tolerantes al calor, más especies encontrarán en los cuerpos de los mamíferos un refugio protector donde podrán prosperar.
Al revisar los registros de infecciones fúngicas de 96 hospitales en China entre 2009 y 2019, Huang y su equipo identificaron un grupo de hongos que nunca antes se había encontrado en humanos.
Por ejemplo, la especie Rhodosporidiobolus apareció independientemente en dos casos no relacionados: el primero, en un hombre inmunosuprimido de 61 años que murió de fallo multiorgánico a pesar del tratamiento con fluconazol y caspofungina, y el segundo, en un hombre de 85 años que falleció de insuficiencia respiratoria tras ser tratado con fluconazol.
Incluyendo estas dos cepas y otras de fuentes ambientales, los investigadores aislaron ocho especies diferentes de Rhodosporidiobolus y las expusieron a la temperatura promedio del cuerpo humano de 37 °C en el laboratorio.
Las especies R. fluvialis y R. nylandii toleraron bien el calor, y en el caso de R. fluvialis, el ambiente caliente incluso provocó un cambio a una fase colonial pseudohifal más agresiva.
Ambas especies prosperaron de manera similar cuando se inyectaron en ratones. En su forma pseudohifal, R. fluvialis no solo prosperó en condiciones más cálidas, sino que también fue más resistente a las células inmunes macrófagas, matando a más de ellas en lugar de ser eliminada.
Tanto R. fluvialis como R. nylandii también son resistentes a tres de los medicamentos antifúngicos más comúnmente utilizados: fluconazol, caspofungina y anfotericina B.
“R. fluvialis es sensible a la 5-fluorocitosina; sin embargo, encontramos que R. fluvialis fue capaz de generar rápidamente mutantes resistentes a la 5-fluorocitosina”, explican los investigadores. “La velocidad de resistencia completa en R. fluvialis fue notable”.
Huang y sus colegas encontraron una sustancia a la que Rhodosporidiobolus no parecía adaptarse tan fácilmente: la polimixina B, un bactericida aprobado por la FDA. Desafortunadamente, este fármaco es tóxico para las neuronas y las células renales.
Con el calentamiento global, estos cambios morfológicos podrían aumentar nuestro riesgo de encontrarnos con hongos peligrosos en el futuro, por lo que se necesitan urgentemente más opciones de fungicidas.