Madres buscadoras que acudieron a Teuchitlán reclaman que no les dejaron nada para identificar.
Roberto Hernández y Aldo Canedo / El Sol de México.- TEUCHITLÁN, Jalisco. Los zapatos, ropa, maletas e identificaciones hallados en el Rancho Izaguirre—campo de entrenamiento y probable fosa clandestina del crimen organizado— ya no estaban ayer, cuando este predio, ubicado en Teuchitlán, Jalisco, fue abierto por iniciativa de la Fiscalía General de la República (FGR) a una visita de medios y colectivos de búsqueda de desaparecidos.
Toda la evidencia hallada en este lugar está ahora bajo resguardo de la Fiscalía General del Estado(FGE) de Jalisco, señalaron fuentes de la FGR a El Sol de México.
Los restos óseos, por protocolo, están bajo resguardo del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses.
“Nada. No hay nada. No hay prendas, no hay zapatos, no hay mochilas, no hay nada. Se desaparecieron”, dijo una madre buscadora que acudió ayer al Rancho Izaguirre en busca de indicios de su familiar desaparecido.
Los colectivos de búsqueda reclamaron que esta visita fue un montaje, un “tour para turistas” o una “visita de escuela”, pues no se les permitió revisar el rancho ni las evidencias encontradas.
Mientras tanto, la FGE ya realizó la petición formal a la Fiscalía General de la República para que ejerza su facultad de atracción y se encargue totalmente del expediente del expediente de Teuchitlán.

Fuentes cercanas al caso apuntaron que aún no es oficial la federalización del presunto centro de adiestramiento y la FGR aún evalúa la atracción, misma que podría darse en próximos días en caso de que el expediente contenga pruebas suficientes para determinar la posibilidad de comisión de un delito federal en el rancho.
“Tour” en Rancho Izaguirre revela evidencias de posible centro de reclutamiento y fosa clandestina
La visita al Rancho Izaguirre fue complicada desde el inicio. Más de un centenar de personas fueron trasladadas desde Guadalajara en al menos siete camiones al predio, donde, a decir de los colectivos de búsqueda, no hubo organización para entrar.
El predio, un terreno rectangular de 11 mil metros cuadrados totalmente bardeado, cuenta con cinco construcciones. En la más grande es donde se localizaron decenas de prendas de ropa, así como otros objetos como mochilas, maquillaje, zapatos y libretas que ayer ya no estaban en el lugar.

Las fosas localizadas por el grupo de Guerreros Buscadores se localizan al fondo del predio del lado derecho (tomando como referencia la entrada) y estaban acordonadas para que las investigaciones que se realizan en el lugar no se vean contaminadas ni alteradas por los presentes.
Las fosas localizadas por el grupo de Guerreros Buscadores se localizan al fondo del predio del lado derecho (tomando como referencia la entrada) y estaban acordonadas para que las investigaciones que se realizan en el lugar no se vean contaminadas ni alteradas por los presentes
Los visitantes fueron restringidos a un camino acordonado de ambos lados, por lo que no pudieron revisar la totalidad del rancho.
Un camino cercado por cintas amarillas y banderas de “evidencia” de distintos colores cruza aproximadamente 200 metros del predio. De ambos lados, se visualizan hoyos realizados por las autoridades, así como algunos cuartos donde se presume se practicaban tiros con balas de gotcha, además de una “carnicería”, donde según colectivos, se mutilaba a los reclutados o secuestrados asesinados junto a baldes con químicos desconocidos.

El escenario, repleto de medios de comunicación, trabajadores de la FGE, de la Comisión Nacional de Búsqueda y la Comisión Nacional de Derechos Humanos fue calificado como “un teatro”, “una burla” y “un recorrido para turistas” por parte de buscadores, quienes acusaron que no hay avances suficientes en las diligencias y que incluso tuvieron que forzar su entrada al predio.
“Más que coraje es una sensación de ser una burla. Tratan esto como un tour, cuando se trata de decenas de vidas humanas que alguna madre, hijo o hermano está buscando”, agregó la joven Carmen, integrante de las Madres Buscadoras de Jalisco.
Entre el terreno, rodeado de kilómetros de pastizales y terrenos para siembra, se alcanzaban a vislumbrar las fosas que, acusan las buscadoras, se utilizaban como crematorios improvisados. Ahí, banderas de “evidencia” rojas mantienen pendientes las diligencias para determinar si existieron o no estas excavaciones.

En una esquina de la bodega principal del predio, una madre buscadora gritaba “traigan las palas, nosotros abrimos”, al señalar que un pedazo del concreto del piso se escuchaba hueco. Presumía que podía ser una fosa.
En ese mismo sitio, donde se encontraron la mayor cantidad de prendas y pertenencias de los presuntos reclutados, el señor José Everardo Herrera Martínez hizo el hallazgo de un par de calcetines, una mochila, cepillos de dientes y perfumes. Todo, debajo de las piedras y entre la terracería de este lugar que fue analizado días atrás por las autoridades.

“La evidencia la acabamos de sacar de abajo de las piedras nosotros. Y eso no está catalogado como evidencia. No está clasificado, porque obviamente se ve que no han revisado.
Se está perdiendo evidencia y se está perdiendo el tiempo, más que nada (…) El recorrido no sirve de nada. Nos sirve que nos dejen entrar a trabajar para encontrar los indicios que todavía siguen aquí”, señaló el padre de Sandra Nayeli Herrera Fernández, desaparecida en Jalisco el 19 de mayo de 2019.
El centro de reclutamiento del Rancho Izaguirre aún mantiene una fila de llantas y alambres cercanos al piso para prácticas de tipo militar; también luce decenas de latas aplastadas y oxidadas en el piso, velas a medio fundir y escasas cosas más, junto a las que buscadores siguieron encontrando.
El sitio, que fue investigado desde septiembre de 2024 por la fiscalía estatal sin encontrar nada extraordinario, sigue bajo la posibilidad de ser un centro de reclutamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación, donde cientos de jóvenes habrían acudido bajo engaños o voluntad propia. La mayoría de ellos, mantiene estatus de desaparecido o no localizado.