La nueva película de Pixar distribuida por Disney y dirigida por Peter Sohn sobre los elementos fundamentales de la materia, llego este jueves a los cines con una pobre recepción en taquilla.
Ciudad de México.- Antes de ir al grano y proceder a analizar Elemental, tenemos que hablar del corto que precede a la película y nos lleva de regreso al universo de Up. En La cita de Carl (Carl’s Date) nos reencontramos con Carl y Dug, su leal can, en una suerte de secuela en la que vemos al anciano recuperando la ilusión de vivir.
Accede a regañadientes a tener una cita con una amiga a pesar de no tener ni idea de cómo funcionan las citas de hoy en día… Y se hace un verdadero lío a la hora de prepararse para ese momento en el que teme mostrarse a sí mismo. Dug tratará de calmar sus nervios ofreciéndole algunos consejos infalibles para hacer amigos, al menos, si eres un perro.
Se trata de una pieza breve pero que consigue su objetivo: es un corto que en apenas unos minutos sabe llevarte de las carcajadas a la nostalgia pasando por un lugar muy especial, al que tan bien saben llevarnos las obras de Pixar: la reflexión sobre la naturaleza de la esencia humana.
Al final no hay nada mejor que ser uno mismo y esta idea tan sencilla pero difícil de entender es el centro de la historia.
Más dificultades encuentra la historia de Elemental para llegar a emocionar los espectadores por dos motivos fundamentales: se parece mucho a producciones anteriores (es algo así como meter en la licuadora Zootrópolis y Del revés), pero sin alcanzar la profundidad de sus argumentos y desarrolla dos historias en paralelo con resultado desigual sobre las barreras sociales.
Por un lado Peter Sohn ha querido trasladar una historia basada en sus propios orígenes como descendiente de una familia de inmigrantes coreanos afincados en Estados Unidos, mostrando el choque cultural inicial y sus dificultades para integrarse (algo que hemos visto respecto a otras comunidades en Red, por ejemplo) y asimismo, tenemos una historia de amor algo azucarada, en el mejor de los casos.
Ambientada en Ciudad Elemento, donde conviven los residentes de Fuego, Agua, Tierra y Aire, la película nos presenta a unos recién llegados decididos a instalarse sin dejar de honrar su pasado y sus raíces.
Candela es una ingeniosa y temperamental joven que aspira a heredar el negocio familiar cuando tiene que hacer frente a un grave contratiempo para su familia.
Su amistad con Nilo, un chico divertido y sentimental con tendencia a la lágrima fácil, va a poner a prueba sus creencias sobre el mundo en el que viven y a revolucionar su entorno: ¿son compatibles el fuego y el agua?
¿Es tan mala como dice la crítica?
Lo primero que hay que señalar es que no es el desastre absoluto que nos ha venido vendiendo la crítica estadounidense, aunque tampoco se encuentre entre las producciones más destacadas de Pixar por esa falta de originalidad que señalábamos anteriormente.
Eso sí, ojo al desarrollo tecnológico de esta película porque es de esas que elevan las apuestas del apartado visual hasta cotas nunca antes alcanzadas. En el coloquio posterior a la proyección, Sohn comentaba que el gran reto fue la animación de la protagonista, Candela, dado que al ser una llama está en constante movimiento. Es un personaje muy complejo.
También que las capas de transparencia habían sido una verdadera preocupación y que en un momento dado renderizar un solo plano había llevado 1.000 horas de espera. La película no podría estar más lograda en materia de texturas: la calidad de la animación del agua, la emulación de su aspecto, cualidades y movimiento es excelente.
Por desgracia, todo eso no está puesto al servicio de una historia lo suficientemente potente como para hacer brillar la película por algo que no tenga que ver con su aspecto. Es preciosa, está plagada de color, con momentos memorables de indudable belleza pero es frustrante que esto no se corresponda con una historia que deja mucho que desear.
Parece que al menos en el mercado internacional tendrá mejor suerte que en Estados Unidos, donde está cosechando números bastante pobres para el esfuerzo descomunal invertido en ella, tanto en materia de talento creativo como en dinero.