Con gran expectación y emoción se recibió al Ruiseñor de Linares en el Auditorio GNP.
Monterrey, Nuevo León.- La noche del jueves 11 de abril se vivió entre luces y aplausos que parecían interminables, los gritos de emoción de un público expectante, ante la radiante aparición del ruiseñor de Linares: Raphael en el Auditorio GNP de esta ciudad en Victoria, título de la gira internacional que inició este día.
El actor y consagrado cantante demostró una vez más que sigue siendo aquel como el de aquella noche hace ya varias décadas cuando debutó en el centro nocturno de la ciudad de México, El Patio, y cautivó a nuestro país levantando pasiones con su increíble interpretación.
Como bien diría Miguel Bosé: “Se trata de un artista absolutamente trasgresor que abrió las puertas internacionales a sus sucesores y que tiene muy en claro lo que cree y hace para el público al cual se entrega de una forma fascinante que le hace único e irrepetible.”
El esplendor de una estrella fue evidente cimbrando el escenario con 31 temas que no permitieron al público quedar inmune ante un gigante que se movía, se retiraba, regresaba y nos llevaba en ese baile hacia el pasado que gratamente disfrutamos entre tonos, luces, colores, melodías y la figura gallarda, llena de aplomo e imparable de una leyenda como lo es Raphael mientras volcaba todo su ser con ese lenguaje corporal que maneja magistralmente.
Temas como: “Ahora”, “De tanta gente”, “Yo sigo siendo aquel”, “Digan lo que digan”, “Despertar al amor”, “Amor mío”, “Qué tal te va sin mí”, una versión bastante alegre, juguetona, actualizada pero que a la vez sesentera de “Mi gran noche”, y las emotivas y a la vez desgarradoras piezas como “Cuando tú no estás”, “En carne viva”, “Ámame”, “Que sabe nadie”, “Yo soy aquel” dejándonos extasiados con “Como yo te amo” cerrando la noche con sus músicos de lujo.
Raphael sigue siendo capaz de crear cosas nuevas, espontáneas y reinventándose a sí mismo. Un artista que tiene la habilidad de volverse transparente derrochando pasión y entrega mientras te guía al encanto de la época que le vio nacer como artista y que nos trae a la memoria todo ese glamour de los años sesenta en tanto mueve sus manitas de plata, como solía decir la abuela de mi esposo en un encantamiento que dejaba por igual a mujeres jóvenes y de todas las edades.
Esta noche no fue la excepción, puedo constatar que nos dejó en carne viva y con el corazón rebosante esperando disfrutarlo mucho más tiempo y como bien compartió al final de este gran espectáculo: “Es un placer estar de vuelta con ustedes, aquí en el maravilloso Monterrey. No recuerdo cuantas veces he estado aquí y las que pienso estar”.
Los aplausos y las ovaciones no se dejaron esperar.
Creo que puedo hablar por cada uno de los presentes al expresar que deseamos que regrese pronto, porque tiene un público que le sigue, revive y ama con la fuerza de los mares.