A veces en el Archivo Histórico de Reynosa (AHR) nos tropezamos con documentos que en su primera lectura nos hace pensar que contienen una narrativa surrealista, irreflexiva, despojada de toda referencia real, que nada tiene que ver con los hechos históricos de la frontera, del Estado o del país. En uno de estos documentos, después de un segundo o tercer vistazo, encontramos huellas de una historia fronteriza compleja; en ese tiempo el Estado de Tamaulipas estaba inmerso en una mini guerra civil, el país vecino estaba en la Guerra de Secesión, mientras que México estaba siendo invadido por una nación extranjera.
En Reynosa
El 21 de abril de 1862, el alcalde 2º y juez de la villa de Reynosa, Cristóbal Leal, recibió una comunicación oficial del comandante de la plaza, teniente coronel Antonio Pérez Villarreal, para que le tomara la declaración al sargento 1º, Felipe Romero. Este último acababa de llegar desde la banda izquierda del río Bravo (lado americano), del campo (militar) del general José María de Jesús Carvajal.
La averiguación era sobre el homicidio perpetrado a Dionicio Ramírez. El asesinato había ocurrido como a la una de la mañana del día 14 de abril, en la otra margen del río, en Texas. Ese día 21 de abril se le tomó la declaración a Felipe Romero, quién era de oficio carpintero, de 26 años de edad y oriundo de ciudad Victoria. El sargento 1º había participado en el asedio por varios meses a la ciudad de Matamoros. Recientemente se le había nombrado provisionalmente como teniente de la 1ª compañía en el campo, en el lado de Texas, aunque no sabía leer ni escribir. Esto era un requisito esencial para ese puesto.
El sargento 1º cuenta que el día 13 de abril, el general Carvajal ofreció un baile a los soldados americanos en el campo militar del lado americano. Ya muy noche, cuando se había terminado el baile y todos los extranjeros se habían retirado, Romero escuchó al general decirles, a un tal Salinas y a su mayordomo Juan Valles, que fueran a un punto a “hacer eso”, porque se les estaba yendo mucha gente.
Al día siguiente, el 14 abril, Romero supo por Salinas que, la orden del general Carvajal fue para que se dirigieran a la orilla del río Bravo; que de ahí llamasen a la gente del lado mexicano para que les proporcionaran el bote en el lado americano, para cruzar. En realidad, la orden era para que privaran de la vida a quienes cruzaran el río en el bote.
Cuando llegó el bote a la margen izquierda, engañaron a su conductor para que subiera río arriba, a un lugar con un monte más espeso, más apropiado para consumir su comisión. Bajaron dos personas a la orilla del agua, mientras otras personas se quedaron en lo alto del barranco. Las dos primeras personas entretenían al botero diciéndole que los que iban a cruzar venían con sus trastos. Fueron los dos de arriba que soltaron la descarga matando al remero, conocido después como Dionicio Ramírez. El tal Salinas le contó al sargento 1º, que el mayordomo de Carvajal era un cobarde, pues había corrido al escuchar los tiros.
El sargento 1º, Felipe Romero, había llegado a Reynosa con otros once soldados del campo militar en Texas; explicó que éstos no tenían conocimiento sobre los hechos de la comisión secreta que había eliminado al botero Ramírez, ya bastante entrada la noche. En el campamento, los soldados tenían prohibido salir a esas horas por el general. Se les decía que, si salían a deshoras, los soldados americanos los podían confundir con cortinistas (gente de Juan N. Cortina) y matarlos.
Los antecedentes
Un año antes en 1861, bajo la influencia del presidente Juárez, el Partido Liberal había reasumido las elecciones en Tamaulipas. En esa contienda de otoño quedó triunfador como gobernador del Estado de Tamaulipas, Jesús de la Serna, quien fue reconocido por el gobierno de Juárez. Cipriano Guerrero, el candidato opositor, dispuso no aceptar el veredicto y decidió pronunciarse en contra de Jesús de la Serna. La gente del opositor se concentró en Tampico y Matamoros.
El comandante militar de Matamoros, general Guadalupe García, quien era el líder del partido conocido como los crinolinos, apoyaba a Guerrero; mientras que Jesús de la Serna buscó y recibió apoyo del general José María de Jesús Carvajal, quien era el líder del partido de los rojos. Muy pronto el Estado de Tamaulipas quedó inmerso en una mini guerra civil de los partidos liberales: crinolinos contra rojos.
Los crinolinos, al mando de los coroneles Miguel Tijerina y Matías Longoria Ramírez (apoyados por Guadalupe García y Macedonio Capistrán), habían desalojado a los rojos de Matamoros. En Reynosa, el triunfador Jesús de la Serna nombró a Andrés Treviño, como encargado para contrarrestar el movimiento de los crinolinos, apoyando al general Carvajal. Según datos en el AHR, en diferentes ocasiones Reynosa fue atacado por ambos bandos durante el conflicto.
En noviembre, los rojos ya acampaban del lado americano, cerca del cruce del río entre Brownsville y Matamoros. Los rojos habían cruzado el río en la noche. Temprano en la mañana del día 20 de noviembre de 1861, los residentes fronterizos se despertaron con las descargas de la batalla en Matamoros. El asedio de los rojos del general Carvajal a la ciudad de Matamoros duró, según las fuentes documentales, alrededor de 90 días.
Debido a la situación beligerante entre los grupos políticos, Benito Juárez declaró ley marcial en el Estado de Tamaulipas. Según el Libro de Sesiones Extraordinarias de 1862 del AHR, los tamaulipecos a lo largo del río Bravo, se oponían a que el gobernador de Nuevo León, Santiago Vidaurri, hubiese sido nombrado por Juárez, como comandante de las fuerzas del Estado de Tamaulipas.
Vidaurri nombró al coronel Julián Quiroga para que avanzara hacia Matamoros desde Monterrey, con seiscientos hombres de infantería. Para el 24 de febrero de 1862, la gente de Quiroga ya se encontraba en el Charco Escondido, al sur de Reynosa. Para marzo, el ejército de Nuevo León se acercó a Matamoros, donde Vidaurri alcanzó a reunir hasta dos mil hombres.
El general José María de Jesús Carvajal sin más opción, cruzó el río Bravo y pidió asilo a su amigo el coronel John S. Ford, quién comandaba las fuerzas confederadas en el Valle del Río Grande. Los confederados permitieron que regresara el ejército rojo de Carvajal a Texas, siempre y cuando que entregara sus armas y sus dos piezas de artillería; estas fueron pedidas por las diferentes facciones en Tamaulipas. Este armamento del Estado de Tamaulipas a final de cuentas, sería devuelto al general Carvajal.
Según en el expediente sobre la muerte del botero, Dionicio Ramírez, la gente de Carvajal se encontraba desarmada cuando les hicieron la fiesta a los soldados americanos al norte de Reynosa, en el lado de Texas, ese 14 de abril de 1862. Cuatro días antes, el coronel Quiroga, del ejército de la línea del Bravo, había pedido permiso al comando confederado para cruzar el río y atacar las fuerzas de Carvajal en Texas; pero esto nunca sucedió.
Finalmente, los cien hombres que quedaban del ejército rojo, marcharon desarmados en el territorio de Texas hacia México, aunque ellos iban acompañados con carros estirados por bestias llenos de armas. José María de Jesús se le escapó a Vidaurri de la frontera, apareciendo en la ciudad de México, en donde se puso a la orden del presidente Juárez. Ahí fue nombrado comandante de una brigada de infantería, al tiempo que comenzaba la lucha contra la invasión francesa.