El registro PEDISTAD revela cómo esta enfermedad afecta profundamente el bienestar de las familias, más allá del niño diagnosticado.
Chicago, Illinois.– La dermatitis atópica pediátrica no solo representa un reto clínico para los menores, sino también un desafío emocional y logístico para sus familias. Así lo destaca la doctora Amy S. Paller, dermatóloga de la Universidad Northwestern, al compartir hallazgos del estudio global PEDISTAD, que documenta la experiencia de niños menores de 12 años, en especial de aquellos menores de 6.
El estudio revela que muchos pacientes presentan enfermedad moderada a severa, afectando en promedio el 30 % de la superficie corporal. Sin embargo, lo más preocupante es el alto impacto familiar medido con el índice DFI. Las familias reportan dificultades significativas para llevar una vida normal, siendo el insomnio uno de los efectos más comunes y devastadores.
Paller subraya la importancia de considerar el entorno familiar en el abordaje médico. “¿Estás logrando dormir?”, pregunta comúnmente a los padres. Esta simple cuestión abre la puerta a relatos de agotamiento, ansiedad y alivio cuando el tratamiento mejora. El sueño recuperado se convierte así en el primer signo visible de una mejora real en la calidad de vida familiar.