John Hinckley lleva años componiendo canciones de una calidad cuestionable y, desde hace un año, las sube a sus redes sociales.
Washington.- De intentar matar a Ronald Reagan para impresionar a Jodie Foster a componer canciones que promueven “la paz y el amor”, tras más de tres décadas encerrado en una institución mental. John Hinckley persigue un sueño, el de actuar ante el público, que no está pudiendo cumplir porque cancelan todos sus conciertos.
Así lleva días denunciándolo a la prensa y se lo confirma a Efe en una conversación vía correo electrónico: “La posibilidad de un concierto en Carolina del Norte -que había anunciado en redes- tampoco funcionó”.
Suma así un nuevo intento fallido a las varias veces que ha intentado actuar en lugares como un club de Brooklyn, en Nueva York, donde ya había vendido varias entradas, u otros pequeños escenarios en Chicago, Hamden (Connecticut) o Williamsburg (Virginia).
En el caso de Brooklyn, se trataba del hotel Market, que en un comunicado justifica la cancelación por las “amenazas recibidas”
“Hubo un tiempo en que un lugar podía albergar algo como esto, tal vez un poco ofensivo, y la reacción sería “es solo un tipo que presenta un espectáculo, habrá quien le duela, pero este es un país libre”, pero ya no vivimos en ese tipo de país, para bien o para mal”, apuntaba el comunicado del hotel.
Hinckley aseguró que las entradas se habían “agotado” en muchos de los conciertos cancelados. “Es muy frustrante. Con suerte, encontraré un lugar pronto que no se eche atrás cuando haya una reacción violenta”, apuntó.
Ante la pregunta de si comprende a quienes critican y se enfurecen porque un convicto por intento de magnicidio, que hirió de bala a un presidente y varias personas, quiera ahora actuar en un escenario su respuesta es clara: “Creo que debería poder actuar en público. Soy una persona completamente distinta de la de 1981”.
Aquella persona que –asegura- no tiene nada que ver con el hombre de 67 años que compone canciones que hablan “sobre paz y amor”, intentó asesinar a Ronald Reagan por un curioso motivo: quería impresionar a la actriz Jodie Foster, de quien estaba obsesionado, tras verla en “Taxi Driver”.
Fue el 30 de marzo de 1981 cuando Reagan regresaba a su limusina después de dar un discurso en el hotel Washington Hilton. Hinckley, un joven rubio de 25 años con una fuerte depresión y varios problemas mentales disparó varias veces, antes de ser reducido, e hirió al entonces presidente, quien estuvo al borde de la muerte.
El secretario de prensa de la Casa Blanca, James Brady, el agente del Servicio Secreto, Tim McCarthy, y el oficial de la policía local, Thomas Delahanty, también resultaron heridos. Brady quedó con secuelas físicas y mentales de por vida.
Tras ser detenido y juzgado, fue declarado no culpable de los cargos de intentar matar al presidente por sus problemas mentales (esquizofrenia, entre otros) y fue recluido en el Hospital St. Elizabeth, un centro psiquiátrico de Washington DC, en donde permaneció hasta que en 2016 un juez dictaminó que dejaba de ser una amenaza para sí mismo y para los demás.
Estuvo varios años supervisado y en junio pasado recuperó totalmente su libertad, unos meses después de que un juez dictaminara que Hinckley podía exhibir su obra de arte, escritos y música públicamente con su propio nombre, en lugar de hacerlo de forma anónima como lo había hecho hasta entonces.
Hinckley lleva años componiendo canciones de una calidad cuestionable y, desde hace un año, las sube a su canal de Youtube, donde tiene 30.000 seguidores. También a Spotify, donde registra una media de 16.000 escuchas mensuales.
Su canción más escuchada tiene 60.000 visitas, se titula “Never ending quest” y reza: “Mañana es otro día. Lo mejor está por venir. He encontrado una manera diferente, tan desconcertante para algunos”.
“He tenido pasión por la música toda mi por vida, desde que los Beatles llegaron a Estados Unidos en 1964. A lo largo de las décadas he escrito miles de canciones”, cuenta a Efe.
También vende sus cuadros, a través de la plataforma de subastas eBay, a un precio de 450 dólares la obra.
Pese a que ha pedido perdón públicamente a todas sus víctimas y hasta a la mismísima Jodie Foster, la Fundación Ronald Reagan sigue considerando intolerable que Hickley se lucre de algún modo de la aberración que cometió.
“Nos oponemos firmemente a su liberación”, han apuntado en varios comunicados en los que han criticado que el sexagenario busca “lucrarse con su infamia”.
Unas críticas a las que Hinckley trata de ignorar, pues para él su relación con la música es distinta. Como ha contado en alguna de las entrevistas que ha concedido en los últimos meses para pedirle al mundo una segunda oportunidad, él siente que a través de su arte y su música paga “la deuda con la sociedad”.