Combatir ilícitos genera 91 mil 400 millones de pesos anuales del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).
Combustibles adulterados y alterados provoca daños de motores, sistemas de lubricación, transmisión y combustión de más de 50 millones de vehículos en México.
Investigación Especial, Alberto González Káram.- México detectó que el mercado ilegal de combustibles ascendió a 47 millones de barriles y 64 mil millones de pesos de pérdida anual para el Fisco Federal derivados del producto de importación que se ingresa al país como contrabando y sin pagar impuestos correspondientes.
Los cálculos actualizados basados en la demanda, crecimiento de la economía y parque vehicular, se estima que, de resolverse la problemática del mercado ilícito de combustibles, contrabando de gasolina y diésel, generaría incremento en la recaudación fiscal por más de 91 mil 400 millones de pesos anuales del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).
Las medidas exitosas en el combate al robo de combustibles (huachicol) se han reducido -92.2 por ciento y generados ahorros de 231 mil 027.14 millones de pesos, siendo necesario continuar con la implementación de medidas para atacar nuevas conductas delictivas y combatir el mercado ilícito de combustibles provocado por la alteración o adulteración de petrolíferos y la comisión de otros delitos en materia de hidrocarburos.
La Secretaría de Energía tiene la responsabilidad de establecer, conducir y coordinar la política energética, seguridad energética y protección del medio ambiente, debiendo promover la participación de particulares para el adecuado suministro de los combustibles en territorio nacional.
Los permisos previos de importaciones y exportaciones de combustibles e hidrocarburos tendrán vigencia de 60 días, 1 año o 5 años de conformidad a la aplicación de la Norma Oficial Mexicana NOM-016-CRE-2016 relativa a las especificaciones de calidad de los petrolíferos.
La calidad de petrolíferos en cada etapa de la cadena de producción, suministro e importación deberá garantizar la seguridad operativa, industrial y protección al medio ambiente, evitando las prácticas ilícitas o irregulares que representen un riesgo a la integridad y salud de la población, a sus bienes y medio ambiente, transporte e instalaciones donde se desarrollan las actividades de la industria y generan daño o perjuicio al interés público y social.
Los hidrocarburos que se comercialicen deben cumplir con las especificaciones previstas en las normas oficiales mexicanas que eviten una reacción química de oxidación, en la que un elemento combustible, como gasolina o diésel, se combina habitualmente con el oxígeno, lo que da lugar a una serie de productos de reacción y una gran cantidad de calor.
El componente de hidrocarburos por carbono e hidrógeno, con su combustión total con oxígeno resulta dióxido de carbono (CO2) y agua, mientras que el aire atmosférico se compone de 21 por ciento de oxígeno, 78 por ciento de nitrógeno y 1 por ciento de otros gases, lo que inevitablemente forman otros productos, como los óxidos de nitrógeno (NOx) y los hidrocarburos no se queman durante la combustión y se emiten a la atmósfera en forma de monóxido de carbono (CO), hidrocarburos no quemados y partículas.
Los motores de combustión interna producen mayoritariamente óxidos de nitrógeno (NOx) y minoritariamente dióxidos de nitrógeno (NO2), siendo gases peligrosos para la salud humana que puede producir disminución de capacidad pulmonar, bronquitis aguda, asma, alergias o irritación ocular y mucosas.
El diésel genera una mayor contaminación ambiental por partículas que se asocian a problemas de salud como asma, enfermedades cardiovasculares, irritación de vías respiratorias y mortalidad, siendo importante controlar su impacto a través de la reducción del humo proveniente de la combustión de los vehículos automotores a diésel y se compone principalmente de partículas en suspensión.
Las diminutas partículas de contaminación en los gases de escape de diésel incluyen sustancias químicas y metales tóxicos que pueden penetrar en los pulmones y causar irritación, siendo demasiado pequeñas para ser expulsadas al toser e ingresan en el torrente sanguíneo, así como irritan ojos, nariz, garganta y pulmones, así como al inhalar gases de escape de diésel puede producir tos, dolores de cabeza, mareos y náuseas.
El humo proveniente de vehículos automotores a diésel contiene carbono negro (CN) y en conjunto con el ozono, metano y los hidrofluorocarbonos conforman los denominados Contaminantes Climáticos de Vida Corta (CCVC) y cuya permanencia en la atmósfera representa un potencial de calentamiento global entre 460 y 1,500 veces más potente que el bióxido de carbono.
La mayoría de los vehículos emiten gases contaminantes y se acrecienta cuando los combustibles que utilizan son adulterados o alterados con diversas mezclas.
Las mezclas de gasolinas, diésel y turbosina con hidrocarburos aromáticos u otros productos para utilizarse como disolventes, constituyentes o mejora de calidad antidetonante, en proporción variable, pueden provocar efectos adversos, incluso daños permanentes en motores, componentes de vehículos y aviones implicados en el proceso de combustión que no son percibidos de forma inmediata, sino después de semanas o meses de su utilización;
Los daños que puede provocar el uso de mezclas en combustibles se encuentran los siguientes: mal funcionamiento del motor, golpeteo o tintineo audible, arranque, aceleración, detención de marcha, control de emisiones, falla en el sistema de inyección, impacto en condensación de agua, depósito de combustible, degradación de materiales (hardware), líneas de combustible de goma o mangueras de conexión, conductos de combustible, juntas del carburador, bomba de combustible y culata del motor tienden a endurecerse y romperse tarde o temprano, lo anterior debido a que los motores de los automóviles y aviones están diseñados para funcionar con gasolina, diésel y turbosina conforme a las especificaciones técnicas establecidas en las normas oficiales mexicanas.
La importación de hidrocarburos y petrolíferos con el propósito de obtener mayores ganancias utilizan alteración o adulteración de combustibles que se comercializan en el país y, al ser usados en los motores de combustión interna de los vehículos de gasolina o diésel, emiten al ambiente diversos gases que alteran su composición natural y generan diversas reacciones químicas o físicas que deterioran la calidad del aire, mayor volatilidad y altos índices de contaminación al pone en riesgo la salud y vida de la población mexicana.
Los graves delitos de adulteración y alteración de combustibles generan riesgos de explosión, incendios, derrames y emisión de gases que contaminan aire, agua y suelo, lo que afecta gravemente el medio ambiente, población, animales y plantas, principalmente de lugares aledaños a aquéllos en donde se realizan las operaciones de modificación.
El uso de los combustibles adulterados y alterados provoca daños en los motores de vehículos, sistemas de lubricación, transmisión, combustión, transporte, almacenaje de combustible y aditivos, conversión catalítica, admisión y escape, refrigeración, lubricación, encendido eléctrico y control computacional, los cuales están diseñados para utilizar diésel o gasolina afectando más de 50 millones de vehículos que potencialmente podrían sufrir estos daños por dicho uso de combustibles.
Los delitos de adulteración o alteración de combustibles se encuentran asociados al robo y venta ilícita de hidrocarburos, evasión fiscal, contrabando y simulación de importación de productos lubricantes, alcoholes, éteres, n-alcanos, cicloalcanos, aromáticos u otros hidrocarburos, acciones que resultan constitutivas de delitos conforme al Código Penal Federal, Código Fiscal de la Federación y Ley Federal para Prevenir y Sancionar los Delitos Cometidos en materia de Hidrocarburos.
La Secretaría de Energía con el fin de evitar riesgos a la salud, impacto al medio ambiente, vida de las personas y proteger bienes del consumidor, se establecieron los mecanismos que permitan identificar plenamente el origen, uso y destino de los hidrocarburos y petrolíferos, mediante la regulación de importaciones a través del otorgamiento de permisos previos, sin afectar los procesos productivos y actividades en los que lícitamente se utilizan las mismas.