El Ángel del Fuego pareció manifestarse el martes en la zona metropolitana de Monterrey, lanzando una doble advertencia a través de las imágenes apocalípticas de los aproximadamente 230 incendios registrados ese día.
La primera fue categórica: asumen los gobiernos su responsabilidad para proteger mejor la vida y propiedades de la gente, o no habrá “post” que justifique nuevas tragedias.
La segunda fue igualmente tajante, pero focalizada en un grupo formado por representantes de todos los partidos políticos: si siguen abriendo la boca sin pudor alguno para hacer promesas que luego incumplirán, tarde o temprano tragarán un anzuelo imposible de retirar.
Bomberos de Nuevo León, institución sostenida por el coraje de las mujeres y hombres que la integran, vio rebasada este martes su capacidad instalada operada por una asociación civil sin fines de lucro que brinda un servicio público, lo que en palabras llanas significa que un grupo de ciudadanos hace el trabajo que deberían realizar los gobiernos locales.
Figuras como el Patronato de Bomberos de Nuevo León, asociación de beneficencia privada, asumen la responsabilidad de prestar servicios de emergencia dándose a la búsqueda continua de recursos en los sectores privado y público, cuyas aportaciones son discrecionales e insuficientes para proteger a la creciente población, que vive en una metrópoli con movilidad a punto del colapso y de complejidad creciente por sus nuevos rascacielos e industrias.
Empero, mientras los vulcanos se partían el alma haciendo lo mejor con lo que tenían, dirigidos por un comandante que un día antes había advertido lo que podía pasar debido a las condiciones del clima, alcaldes como el de García, Manuel Guerra Cavazos, exhibían su amnesia, por no decir desvergüenza, en redes sociales y medios tradicionales.
Mientras el alcalde declaraba sobre los siniestros, de su boca no salía una sola palabra acerca del cierre de una de las dos únicas estaciones de bomberos ubicadas en el territorio que debería gobernar, donde ni siquiera cubre totalmente el gasto de la estación que sobrevive.
Por supuesto, tampoco aludió la incapacidad o abulia de los ayuntamientos para exigir que se mantengan limpios los terrenos baldíos, omisión que contribuyó a la pérdida de por lo menos cinco importantes fuentes de empleo.
“¡Vamos a regresar a los Bomberos de Nuevo León a García!”, afirmó en sus redes sociales el 13 de mayo de 2024, por supuesto en campaña, mientras apareció sentado en un camión de bomberos. Apenas un día después se mostró de nuevo en redes sociales retratado frente a la Estación Central, afirmando: “Ellos son los verdaderos héroes y trabajaremos de la mano para que vuelvan a ser guardianes de nuestro municipio”.
De acuerdo con el informe del año 2023 emitido por el Patronato de Bomberos de Nuevo León, en el municipio de García se incrementó 24.7 el número de servicios prestados por esta asociación.
En el mismo ejercicio, el gobierno municipal otorgó a Bomberos de Nuevo León 1.2 millones de pesos, cifra sin crecimiento con relación a la recibida en el 2022, que apenas representó el 13.7 por ciento de los costos asignables al servicio de apagafuegos en García y era igual al 0.1 por ciento de los ingresos municipales presupuestados, es decir, ¡equivalía a 3 pesos anuales por habitante!
Sin duda, fue claro el aviso dado por el ángel apocalíptico a los alcaldes y partidos políticos, mensaje que también debió ser escuchado por los ciudadanos, quienes tras el infernal martes entienden mejor la importancia de contar con un cuerpo de bomberos con más personal y equipo, y con presidentes municipales que den soluciones a las necesidades de sus comunidades, de verdad, no únicamente saludos cuales vanos y falsos reyes de la primavera.
En las emergencias no siempre hay lugar para una segunda oportunidad.