John Henry Ramírez fue sentenciado a pena de muerte por un asesinato cometido en 2004
John Henry Ramírez, en el estado de Texas, fue condenado en 2008 por el asesinato a puñaladas en 2004 de Pablo Castro, el empleado de un almacén de Corpus Christi, durante un robo.
A pesar de las objeciones del fiscal de distrito del Condado Nueces, Mark González, quien se opone a la pena de muerte, decidió el penal ejecutar la sentencia, tras en tres ocasiones haberlo postergado.
El hispano de 38 años, recibió la inyección letal en el penal de Huntsville y fue declarado muerto a las 18.41 hora local (23.41 GMT). Sus últimas palabras estuvieron dedicadas a la familia de su víctima y a la suya propia, incluyendo a su esposa y a su hijo.
En julio de 2004, Ramírez y dos mujeres decidieron robar una tienda para comprar drogas y, según los documentos del juicio, cuando se encontraron con Castro, de 46 años de edad, el Hispano le apuntó al menos 29 puñaladas.
Ramírez y sus cómplices huyeron del sitio llevándose 1,25 dólares. Más tarde junto con dos mujeres llevaron a cabo otro robo y estaban a punto de cometer un tercero cuando la Policía los localizó. Las mujeres fueron arrestadas pero Ramírez escapó a México, donde evadió a las autoridades por más de tres años hasta que lo capturaron cerca de la frontera en febrero de 2008.
Ramírez solicitaba que Dana Moore, el pastor de la Iglesia bautista en Corpus Christi, estuviera presente en la sala de ejecución. El Tribunal Supremo dictaminó que Texas había violado la libertad religiosa de Ramírez al negarle permiso para que su pastor lo acompañara en sus momentos finales.