Los actores Jodie Comer y Austin Butler, junto al director Jeff Nichol, recrean en “El club de los vándalos” el ambiente biker de Estados Unidos en los años 60.
Kevin Aragón / El Sol de México.- Inspirada en un reportaje periodístico, la película “El club de los vándalos” llega a los cines como un arriesgado retrato de la cultura de los motociclistas de la década de los 60. Un filme que, bajo la dirección de Jeff Nichol, se lanza sobre la carretera con un rugido de libertad, en búsqueda de lealtad y pertenencia.
Con acelerados momentos de adrenalina, de persecuciones y peleas, pero también espacios de gran humanidad y contemplación, la película cuenta el inicio, auge y declive de “Los Vandals”, a través de los ojos de “Kathy” (Jodie Comer), quien después de enamorarse perdidamente del renegado “Benny” (Austin Butler) entra al mundo de este club de motociclistas regidos por un particular sentido del honor, inculcado por su líder, el inquebrantable “Johnny” (Tom Hardy).
“Uno de los conflictos en el corazón de esta historia es que estos tipos sienten que no pertenecen a la sociedad mainstream, así que encuentran un lugar fuera de ella, porque les resulta muy atractivo. Así empiezan a darle estructura, definirse, le añaden reglas, pero luego, todo ello se convierte en aquello de lo que estaban huyendo.
“Este es un ciclo o un patrón que vemos en muchas partes de la sociedad, en una especie de naturaleza humana. Es algo que probablemente esté sucediendo hoy y continuará en el futuro. Creo que vale la pena examinarlo”, comenta Jeff Nichol a El Sol de México, en un encuentro virtual con medios de comunicación.
Ficción y realidad, un equilibrio.
Sin dejar de puntualizar que en esta historia hay mucho de ficción, pues la cultura de los motociclistas en Estados Unidos sigue siendo muy activa, Jeff habla sobre el fotolibro “The Bikeriders”, que lo inspiró a filmarla, el cual fue escrito por el periodista, fotógrafo y cineasta Danny Lyon, tanto en la estética de la época, como en algunos indicios de la conformación de este tipo de clubes.
“Yo no quería la responsabilidad de contar la historia de Chicago Outlaw (el club al que se refiere el libro). Esa es parte de la razón de hacerlo ficción. No quería ofenderlos, pues siguen siendo una pandilla de motociclistas muy grande. No quería tener nada que ver con ellos, más bien quería la libertad de no tener que contar su historia”, comenta el director, quien asegura que esa fue una de las razones por las que tardó demasiado en escribir la historia, buscando un equilibrio entre realidad y ficción.
Sin embargo, afirma que al buscar información sobre el ambiente de los motociclistas, se sorprendió al ver las historias de violencia que hay en torno a ellas, pero sin detenerse en la vida de estas personas como sí lo hizo Danny Lyon, quien formó parte del movimiento del “Nuevo Periodismo”, junto a plumas como Tom Wolfe o Norman Mailer, que, entre otras propuestas poco convencionales para la época, proponía que los periodistas se sumergieran de lleno en los hechos que deseaban comunicar.
“Estos nuevos artículos hablan sobre organizaciones que hacen cosas probablemente criminales e ilegales. Lo que a mí me interesaba era la gente, que es lo que Danny trató de hacer en su libro. De hecho, si ves su carrera, antes de los motociclistas, él hizo lo mismo con la lucha por los Derechos Humanos y de los condenados a muerte. Él es un tipo que trata de hablar con las personas con las que por lo general la gente no quiere hablar, para entenderlos”, afirma.
Épica llena de drama.
Por su parte, los actores Jodie Comer y Austin Butler, quienes concuerdan con que esta película habla sobre la “identidad y comunidad”, pero desde un espíritu meramente estadounidense, hablan sobre la relación que tienen sus personajes, la cual es una de las vetas centrales de la historia, “que la hace sentir muy épica, pero que en realidad está llena de drama”, según afirma Jodie.
“Es una relación compleja. Yo tenía muchas dudas sobre ella, porque en realidad tuvimos un tiempo muy limitado con nuestros personajes juntos. Creo que así se sintió ‘Kathy’ cuando se conocieron, con una especie de intoxicación o magia que a veces no puedes explicar. Pienso que de las cosas que le atrajeron a ella en un principio, precisamente fue esa emoción de no estar atada y esa libertad que ‘Benny’ representaba”, afirma Jodie.
Otro punto de tensión de la historia es la relación de “Benny” con “Johnny”, la cual desequilibra la primera por un sentido de paternidad, lealtad y amor. Sobre ello Butler, quien cuenta que el contacto con las motocicletas lo ha tenido desde pequeño, pues su papá y abuelo las manejaban, comenta que en realidad se trata de una actitud de su personaje.
“Me parece que ‘Benny’ es muy primitivo, que vuelve a lo animal, pero creo que es increíblemente leal… Siento como si fuera un gato o algo similar. Como cuando los gatos se acercan a ti y te ronronean, son muy cariñosos, pero en cuanto intentas imponer tu voluntad a uno de ellos, probablemente te arañará y se irá”.
Algo que hay que destacar de la película es el increíble elenco, pues no sólo brilla por sus grandes protagonistas, sino por otros personajes interpretados por una generación de actores, que, en muchos casos, han interpretado a hombres de carácter duro, como Norman Reedus y Michael Shannon.