Leo Beatty declaró que un sujeto era el que había sacado la billetera y otro se la había metido en la camisa. Este último, descrito como ‘vejarano’, ya no se le encontró en el festejo; al que se creía hubiese sacado la billetera no se le halló nada, dejándolo en libertad.
En la tarde del día 9 de julio de 1931, en el solar de la casa del Sr. Agustín Cano en Reynosa, se celebró una comida donde concurrieron entre sesenta cinco a cien norteamericanos. Pronto el convivio se convirtió en un bullicioso lugar de apuestas, donde los participantes arriesgaban cantidades fuertes de dinero.
Entre los jugadores se encontraba el neoyorquino Leo Beatty, un ingeniero electricista que se había mudado a Houston, Texas, pero en ese momento se encontraba “accidentalmente trabajando” en la estación de radio que se encontraba en Reynosa.
LA XEAW.
La radiodifusora XEAW había sido establecida en Reynosa en 1926 por el norteamericano Joel Patz. La programación y sus anuncios en inglés estaban dirigidos a un público del país vecino. Durante la vida de la estación, de 17 años, fue administrada por cinco diferentes dueños, que la utilizaron para diferentes propósitos. Originalmente estuvo ubicada por la calle Ocampo cerca del Puente Internacional y era de corto alcance; en 1939 la compró una compañía de Dallas, Texas, la cual la reubicó en los terrenos que ocupan actualmente la Colonia Aquiles Serdán, donde logró tener una capacidad de doscientos mil watts.
La XEAW fue un ícono en la historia de la radio del continente americano, pues se llegó a escuchar alrededor del mundo. En tiempos del robo era dirigida por Mr. Howordth, quién la utilizaba para vender la Lotería de Tamaulipas, la cual estaba dirigida al público estadounidense.
Este personaje caería posteriormente en manos del Servicio Secreto Norteamericano, debido a que también estaba prohibido los juegos de azar en tiempos de la Ley Seca en ese país, además que utilizaba el correo norteamericano para ese fraude.
EL FESTEJO.
Leo había asistido en la tarde a una comida o barbacoa que se daba en el solar del Sr. Agustín Cano, invitado por Mr. Cross, un empleado de la Aduana en Hidalgo, Texas. Él había llegado como a las 4:30 de la tarde junto con su hermano Claude, Joe E. Pate y otras personas. Mr. Pate era el empresario, dueño del Puente Internacional Reynosa–Hidalgo. Esta estructura de suspensión se había construido en el año de 1926, inaugurándose un 10 de julio.
Leo no vestía saco. En la bolsa izquierda de su pantalón cargaba una billetera con la cantidad de $420 a $430 dólares: un billete de cien, uno de cincuenta, varios de veinte y de diez dólares. Sin haber tomado alimento, se puso a jugar para pasar el tiempo, sacando el billete de cincuenta dólares; le dieron de cambio treinta y cinco dólares, los cuáles mantenía en la mano cuando sintió que alguien le tocaba la bolsa por detrás. Cuando reaccionó ya no tenía la billetera.
Habló con su hermano Claude y éste con Mr. Pate, quien con la cooperación del alcalde (Lauro Herrera) se hicieron las investigaciones, mandando detener a dos individuos de Reynosa que estaban en el lugar. Declaró Leo Beatty que uno de ellos era el que había sacado la billetera y al otro, se la había metido en la camisa. Este último, descrito como “vejarano”, ya no se le encontró en el festejo; al que se creía hubiese sacado la billetera no se le halló nada, dejándolo en libertad. Se inculpaba a Fernando Garza y a Fructuoso Guerrero.
Alrededor de las 7:45 de la noche, se presentó Mr. Beatty en la comandancia de policía, exponiendo su queja. La policía detuvo a Garza en la cantina Astoria esa noche, en la mañana Guerrero se hallaba también detenido; ambos fueron identificados por el denunciante al día siguiente.
Ese 10 de julio, debido a que el norteamericano no hablaba el español, el Agente del Ministerio Público (Manuel de la Viña) nombró de oficio como traductor a Antonio Pastrana, quien aceptó el cargo.
LOS AMERICANOS.
Esa mañana, varios norteamericanos pasaron a declarar sobre la solvencia de Beatty. Uno de ellos fue Harvy Temple Wheeler, un hombre soltero de 25 años de edad, originario de Jackson, Tennessee, quién residía en McAllen, Texas, pero trabajaba como operador de radio en la estación de Reynosa.
Utilizando al mismo intérprete (Antonio Pastrana), declaró que su compañero de trabajo era “una persona digna de fe, que gozaba de buena opinión,” además de ser una persona solvente, económicamente capaz de “poseer la cantidad de cuatrocientos dólares, si no mucho más.” Sabía que le habían robado el dinero en una “convivialidad” y que había hecho gestiones para recuperarlo.
Lo mismo declararon el norteamericano Joe E. Pate, mencionado anteriormente y quién vivía en Hidalgo, Texas, al igual que John Thomas Bobbitt, un americano casado de 25 años de edad originario de Florida y residente de Houston, Texas. Este último, a través de Pastrana, dijo que era experto en teatro y que provisionalmente trabajaba en esta Ciudad de Reynosa en la estación de radio. Este había estado presente en el convivio y había observado cuando le habían robado la cartera a su compañero de trabajo.
El día 11 de julio, Fernando Garza y Fructuoso Guerrero fueron presentados ante los testigos americanos. John Thomas Bobbitt reconoció a Fructuoso como el “que trataba de hacerle algo al ofendido Leo Beatty, estando dicho individuo parado por detrás”. Del otro inculpado no podía decir nada.
El velador Francisco Garza declaró que había sido Julio Guerra, de “Rio Grande City,” quién había asistido al banquete de la barbacoa, el que se había dado cuenta cuando Fructuoso Guerrero le había sacado la billetera al americano.
LOS INCULPADOS.
A cuatro vecinos de Reynosa les llamó la atención el bullicio de los americanos y se acercaron al solar de don Agustín Cano: Glafiro Benavidez (un mexico-texano del condado Cameron, Texas) y Diego Villanueva (un agricultor de 32 años de edad originario de General Terán, Nuevo León); ambos estaban parados junto a un árbol de moras y asistían al banquete sin ser invitados. Ahí, Celestino Ávila y Manuel Hinojosa les llevaron unas cervezas y un plato de cartón con barbacoa.
Según declaraciones del inculpado Fernando Garza, (un viudo de 51 años de edad originario de este poblado), estaba él sentado con los dos mencionados en las inmediaciones de una pila, que hacía a la vez de refrigeradora para cerveza. Fue cuando estaban comiendo, que llegó el otro inclupado, Fructuoso Guerrero (de 29 años de edad originario de San Carlos, Tamaulipas), al mismo tiempo que arribó la “trocka” del hielo para la comida. Este último venía con el chofer del vehículo; a los otros tres los conocía nada mas de vista. Los paisanos tomaban y participaban en la comida que les estaban sirviendo de gorra.
Enseguida los americanos se pusieron a jugar en una lona en el suelo y luego en las mismas mesas en que habían comido. Se desarrollaba el juego de dados entre los mismos americanos que habían asistido a la “comilitona”; apostaban grandes cantidades de dinero, con billetes de cincuenta dólares para abajo.
Decía el inclulpado Fernando Garza que él y sus compañeros, se habían arrimado al ruedo donde estaban los americanos para participar en el juego, pues esa fue la intención que los llevó a dicho lugar. Se quedaron como espectadores cuando vieron que las apuestas eran muy grandes. Fernando traía tres pesos nacionales, un dólar en plata, un tostón y dos pesetas, con las cuáles no llegaba a ninguna parte, pues las apuestas eran por lo menos de cincuenta dólares.
Glafiro y Diego se arrimaron a ver jugar, pero no supieron para donde se había ido Guerrero, el otro acusado. Un americano les vino a cobrar tres dólares por estar allí; los dos se tuvieron que retirar por no traer ni un centavo.
Fructuoso Guerrero había jugado en el piso ganando tres dólares, jugando con un dólar de papel que le había prestado Celestino Ávila. Estos los perdió inmediatamente después que se subieron a jugar a las mesas. Le pidió prestado cinco dólares a un americano que le nombraban “Lim”, pero éste le dio solamente dos, los cuáles traía en la mano. En ese momento, cuatro o cinco americanos lo agarraron y lo esculcaron tres veces; ignoraba la razón, pues no les entendía porque no hablaba inglés. Al no encontrarle lo que buscaban, lo soltaron.
Glafiro y Fernando vieron que registraron varias veces a Fructuoso Guerrero, después supieron que lo habían inculpado en el robo de la cartera del americano. Fernando había observado a Fructuoso desde el otro lado de la mesa, cuando había sido detenido por los americanos; le vio los dos dólares en la mano.
Eso era lo que sucedía en Reynosa en 1931, a casi a dos años que terminara la Ley Seca en los Estados Unidos; aunque en el Estado de Texas continuaron sin vender licor por varios años más. La estación de radio de Reynosa era utilizada por su dueño para vender lotería en Texas. En ese tiempo la Aduana Americana optó por cerrar el Puente Internacional a las nueve de la noche; el turismo trasnochador ya no podía divertirse a altas horas de la noche en Reynosa.