Los rebeldes inutilizaron el aparato telegráfico en la estación del ferrocarril. La destrucción de este aparato era para impedir que los pobladores comunicaran los hechos a la autoridad en Reynosa.
Eran las ocho de la noche del 1º de mayo de 1922, cuando una partida de como 15 rebeldes encabezados por un tal general Margarito Ortiz, se presentaron en la Hacienda Río Bravo; explicaba el delegado municipal, Esteban Salinas, en un oficio dirigido al alcalde de Reynosa. A primeras horas del día siguiente, el alcalde de Reynosa, José A. Argüelles, informó en un telegrama sobre esas noticias a las autoridades superiores del Estado de Tamaulipas, en Ciudad Victoria.
Por ese entonces, la Hacienda de Río Bravo era parte de la 18ª Sección de la Jurisdicción de Reynosa, faltaban algunas décadas para que se conformara el 42º municipio de Tamaulipas.
Más tarde, el presidente municipal transcribió el reporte del delegado Esteban Salinas, donde explicaba que Margarito exigió que se reunieran a los comerciantes de ese lugar. El delegado exponía que este autoproclamado general exigía que le completaran $500.00 pesos entre todos. Al propio delegado le pedía personalmente $100.00 pesos, porque tenía el conocimiento que era el recaudador de los cobros en la comunidad.
Esteban Salinas le expresó al general que le era imposible completar la referida cantidad y que a los comerciantes les sería también difícil hacerlo, señalando la crisis por la que pasaba la comunidad en esos momentos. Los rebeldes indignados injuriaron con palabras obscenas al delegado municipal, amenazándolo con cintarearlo.
Esto hubiese sucedido si no fuese por la intervención de Manuel García, Erasmo Garza, Sixto Ríos y del representante del comerciante Samuel Woo. Entre todos ellos reunieron la cantidad de $80.00 pesos. Esto lo aceptaron, pero no sin antes exigir algunas mercancías a Sixto Ríos.
Los sediciosos se pasaron a la tienda de Geminiano González, saqueando como $100.00 pesos y algunas mercancías, que sumaron un total de $107.00 pesos. Al comerciante Erasmo Garza igualmente le saquearon mercancías. Al delegado le volvieron a requerir la misma cantidad, advirtiéndole que se lo llevarían, por lo que completó $30.00 pesos. A la señora del jefe de la estación del ferrocarril, le quitaron $15.00 pesos y casi la misma cantidad en mercancías. Según Esteban Salinas el monto entregado alcanzó por lo menos la cantidad de $242.00 pesos
Una lista en la Sección de Estadísticas en el Archivo Histórico de Reynosa de los comerciantes que pagaban impuestos en Reynosa, incluía los nombres de los agredidos en Río Bravo. En la lista detallada presentada por el secretario del ayuntamiento al verificador de pesas y medidas unos días después del atraco, también incluía los comercios de Francisco López e Ireneo Víctor, los cuales no fueron perjudicados esa noche del día primero de mayo de 1922.
Además de amedrentar a los pobladores en la Hacienda de Río Bravo, los rebeldes inutilizaron el aparato telegráfico en la estación del ferrocarril. La destrucción de este aparato, era obviamente para impedir que los pobladores comunicaran los hechos a la autoridad en Reynosa.
Los sediciosos y su persecución.
El contingente de los rebeldes que llegó a la hacienda, estaba compuesto tan solo de quince hombres, aunque el general Margarito bravuconeó diciendo que, traía como ochenta hombres armados. El grupo tomó rumbo hacia fuera de la comunidad.
Estos hombres representaban al “Ejército de Reconstrucción Nacional” y a la “Brigada Margarito Ortiz”. Este era el general en jefe de las operaciones en el Estado de Tamaulipas. El llamado general Margarito Ortiz expidió un recibo por la cantidad de $80.00 pesos, cuya cantidad decía que se pagaría al triunfo de la causa.
El alcalde José A. Argüelles, puso en conocimiento los hechos del atraco en la Hacienda de Río Bravo al jefe de la guarnición de la plaza en Reynosa y al administrador de la Aduana Fronteriza. Por lo que éstos consiguieron dos “troques” (sic. camiones) con los cuales fueron a perseguir a los bandoleros. En ellos iban doce soldados, ocho celadores de la aduana y dos empleados de la oficina de Migración; se dirigieron con rumbo a Congregación Garza, también conocido como El Charco Escondido, por donde se sospechaba podían pasar los facciosos.
El 13 de mayo de 1922, el delegado municipal de Río Bravo avisó a la presidencia de Reynosa sobre el regreso del coronel Luis Maltos, quien andaba en persecución de los bandoleros que habían asaltado el poblado de Río Bravo la noche del 1º de mayo. El coronel retornó al poblado como a las diez de la mañana, trayendo prisionero a uno de los ladrones, con parte de las cosas que habían robado.
Por esos años en Reynosa, era común escuchar en las noches los gritos de alguna persona embriagada vitoreando a algún personaje que lidereaba alguna facción de la posrevolución. A las 19 horas del 24 de junio de 1922, el subdelegado del Rancho de la Encantada, fue llamado a un baile por un empresario, en donde unos individuos tiraban tiros y escandalizaban a las familias de ese lugar. Los vecinos escucharon entre los revoltosos, vivas a Margarito Ortiz.
El subdelegado se dirigió con un destacamento de soldados y un par de vecinos al lugar del baile, pero los escandalosos ya se habían ido. Ahí se recopiló los nombres de una docena de pendencieros. De éstos, solamente un tal Nieves Martínez, se presentó en la cárcel pública de Reynosa, para aplicarle el correctivo por las infracciones que marcaba la ley. Se pedía que el resto de las personas fueran notificadas por la presidencia municipal.
¿Quién era Margarito Ortiz?
El “Ejército de Reconstrucción Nacional” de Margarito Ortiz en Río Bravo, era nada menos que el “Ejército Reorganizador de la República”, creado por el Plan Felicista de Ixtlán de Juárez; pero en realidad lo formaban mexicanos de la frontera, muchos de ellos vivían del lado norte del río Bravo en Texas. Este Plan había sido firmado por los generales Félix Díaz, Isabel Robles, Higinio Aguilar, Juan Andreu Almazán y muchos otros en el Estado de Oaxaca, el 1º de agosto de 1916.
Este escrito se derivaba de los lineamientos del Plan de Tierra Colorada, Veracruz, presentado desde el 22 de febrero de ese mismo año de 1916 por Félix Díaz, quién regresaba del exilio en el extranjero; Díaz reordenó a los grupos opositores del gobierno de Carranza creando un poderoso movimiento contrarrevolucionario a partir de 1917.
Los movimientos felicistas en el noreste de México, estuvieron apoyados con paisanos rebeldes en ambos lados de la frontera, quienes eran abastecidos desde Texas con armamento y provisiones. En otras notas periodísticas narramos sobre el caudillo Juan Andreu Almazán en 1917 y en 1918, cuando tomó la villa de Reynosa.
En 1922, la gavilla del general Margarito Ortiz representaba a una de las dieciocho facciones que merodeaban el noreste mexicano, que eran parte del ejército rebelde comandado por el general de división Ismael Hernández. En el mes de noviembre de ese año, Hernández fue muerto en una confrontación en el Pico Santa Clara, en las inmediaciones de la Sierra de Picachos en Nuevo León, por las fuerzas del gobierno comandadas por el coronel Júpiter Ramírez.
Para ese año del asalto a la Hacienda de Río Bravo, Íñigo Noriega Laso ya había fallecido en la Ciudad de México, en diciembre de 1920. Este fue el principal accionista del latifundio, como nos narra en su biografía el cronista de Río Bravo, José María García Báez. Noriega fue un seguidor del movimiento felicista en la región.
En un previo artículo de este matutino, narramos sobre la muerte del general Margarito. El 9 de febrero de 1922, el general Margarito había matado y colgado a Casimiro B. Bustamante Ríos (secretario del ayuntamiento) y a Apolinar Flores Flores en el poblado de Dr. Coss, Nuevo León.
A las 10 de la mañana del día 11 de junio de 1923, el hijo de Apolinar, Alonso Flores Hinojosa, en venganza mató al general en una cantina de ese poblado. Esta historia es recordada por los pobladores del noreste mexicano, en los versos del corrido llamado “La venganza de Alonso”. Apolinar y Margarito se encuentran sepultados en el mismo panteón en Dr. Coss, Nuevo León. El general Margarito Ortiz Reyes era oriundo de la capital del estado de Chihuahua.