Llegamos a ese lugar
donde fachada entre rameada
y perfume de jazmines
nos dieron la bienvenida.
Ambiente tenue de familia, acogedor
y a la vez, luna llena entre estrellas
como arte en cúpula.
Donde la brisa acaricia
sin medida.
Y las mesas,
madera fina labrada de cultura,
de mitos, leyendas,
vaya… historia indefinida.
Continentes como secciones,
separados por pasillos
llenos de ideologías.
Mas todas al intemperie
contemplando la misma luna
reflejada entre olas y espuma.
Misma que abarca melodías
de cuna.
Cenamos antojitos,
degustación de cultura culinarias.
Pedimos un revoltijo.
Eran una charola de porcelana blanca,
plana y adornada de quesos, aceitunas,
spaguetti, kebabs y un buen pan árabe.
A su lado un plato ovalado de tarro pintoresco
adornado de poutine,
mini hamburguesas,
Chiles en ahogada,
popusas recién hechecitas
y feijoada como base del mismo.
Todo único y exquisito
Tanto que,
apenada, tuve que ir al baño.
Para poder llegar a el
tenía que salir del aposento.
pasar por un muelle,
llegar a una plataforma,
dar la vuelta a la izquierda,
seguir por otro muelle
y por fin, llegar a un kiosco blanco
donde se encontraban
los baños.
Al ir caminando por el muelle
la calidez fue desapareciendo.
Tal como mis sentimientos
se fueron expandiendo.
Y el miedo, se coló entre ellos.
La obscuridad se apoderó de mi pensamiento.
Algo, algo se mueve debajo del muelle.
La luna se distorsiona
al movimiento del espejo.
Corrí a la siguiente luz que estaba justo
en la plataforma.
La calidez era mínima,
igual que la seguridad que percibí.
Por lo cual, corrí a tierra firme.
Por fin el kiosco!
Ya ni recuerdo a que vine.
Solo de pensar que tengo que regresar
Por el mismo camino.
Volteo y a lo lejos
se ve la calidez.
Donde se encuentran
mis aspiraciones,
mi seguridad y tranquilidad,
mi zona de confort,
lo que ya conozco, lo que añoro.
Pero el camino para llegar a eso
es obscuro e incierto.
Indecisa y temblando
emprendo mi camino.
Casi al llegar a la plataforma,
una vez mas,
empieza a distorsionarse la luna
y con ella mi valentía.
Empecé a correr desenfrenada
pero fue mas veloz.
Rompió todas mis esquemas.
Añicos saltaron por todos lados.
Anonadada, contemplé
La creación masiva
que se presentaba frente a mi.
Empapada, caí sobre tablas.
Asustada, horrorisada y con falta de aliento,
pero no me dejó ni disfrutar mi asombro,
ni por un momento.
No, al regresar al océano
me tomó con ella hacia al fondo
y con ella me hundo en el olvido…
Rosalva Ruiz, nació en 1981 y es originaria de Weslaco, Texas. Empezó a escribir en el 2019 como manera de expresarse. Es miembro de la Sociedad de Poesía de Texas y Códice Colectivo Literario. Algunas de sus obras se han publicado en antologias de Mcallen Public Library y Gnashing Teeth Publishing; como tambien en eZines como Prachya Review, Chachalaca Review, Gnashing Teeth Publishing y Aullidos del Monte (Howls from el Monte).
Muy bonita poesía
Gracias por compartir
Muchas gracias! 😊