Este es el adiós de Harrison Ford a la mayor saga de aventuras en la historia del cine.
Ciudad de México.- Jean Cocteau sostenía que el cine tiene la capacidad de “filmar la muerte trabajando”. Y, aunque la máxima del poeta y cineasta francés tiene algo de profecía siniestra, su reflexión alumbra uno de los placeres más singulares de la experiencia cinéfila: la posibilidad de acompañar a nuestros ídolos en su camino a la vejez.
Los responsables de ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’ parecen invocar a Cocteau en su empeño por convertir lo crepuscular en el motor narrativo y conceptual de la conmovedora entrega final de la saga. La película sitúa su arranque en el feliz final del atroz proyecto nazi, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, y luego se desplaza hasta el Nueva York de finales de los años 60, donde encontramos a Indy convertido en un viejo cascarrabias, al borde del retiro y del divorcio.
El desencanto parece haberse apoderado de nuestro héroe… pero todo cambia cuando la aventura llama a la puerta.
Es probable que Cocteau no llegara a imaginar las mutaciones que ha provocado el advenimiento del cine digital, entre las cuales destaca el borrado, a pixel por pixel, de las huellas del paso del tiempo. Cabe decir que este nuevo paradigma estético refuerza la inmortalidad de los mitos, pero también genera distorsiones.
En este sentido, a los que ya somos veteranos, el arranque de ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’, que parece más un videojuego que un film clásico de aventuras, se nos puede hacer un poco cuesta arriba.
Pero cuando el CGI se relaja, lo que se hace evidente es que, cuando hablamos de mitos, hay cosas que nunca cambian: el odio eterno de Indy a los nazis, su pánico a las serpientes, o la capacidad de la saga para generar químicas memorables, como la que destilan Harrison Ford y Phoebe Waller-Bridge, que borda el papel de la ácida y materialista ahijada de Indy.
En un momento clave de la película, cuando un oficial nazi interroga a Basil (Toby Jones) acerca de sus motivaciones para hacerse con una reliquia, el socio de Indy responde: “Mi amigo y yo solo intentamos salvar la Historia”.
Y de eso va la entrega final de la saga, de la recuperación, por parte de Indy, de la fe en el valor de la Historia y la cultura. El tiempo pasa, nuestros héroes envejecen, pero como demuestra ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’, aún es posible mantener viva la llama y la pasión por el conocimiento que anida en el corazón de esta saga inmortal.