La creación y el arte como un bálsamo desde la convergencia del Río Bravo hacia un camino trazado a través del color.
Tamaulipas.- Hablar de Joaquín es reconocer a un artista visual que sabe desenvolverse magistralmente en distintos lenguajes artísticos desde la pintura, el dibujo, diseño de vitrales, arte textil hasta llegar al teatro como parte de esa búsqueda de experiencias significativas que eleva el sentido humano, la expresión creativa y el pensamiento crítico.
Discípulo de artistas como Luis Nishizawa, Gabriel Mascotela y Luciano Spano, Joaquin lleva un camino de 35 años dentro de la plástica que le han definido como no solo un creador sino también como participante activo dentro de la docencia en distintas instituciones en Tamaulipas, Texas y Australia.
García Quintana es originario de la ciudad de Matamoros, Tamaulipas así que conoce de primera mano lo que la vida en la frontera con Estados Unidos aporta y expone. Es en esa tensión y peligro constante que su obra toma una importancia significativa porque el artista retrata y comparte su propia experiencia. En su serie titulada Río se desprende una temática fascinante llena de lecciones y contrastes que le han permitido seguir madurando y converger en las superposiciones vivenciales de quien puede admirar y apreciar su obra.
Hablar de arte abstracto puede tener distintas posturas aguerridas al no encontrarse la forma y la figura como un elemento que define pero es en esa descentralización de la obra donde Joaquín logra conectar directamente a su realidad como ciudadano fronterizo, lo cual le otorga una libertad para relacionarse no solo con conceptos sino poder usar a su conveniencia la profundidad del color para crear una conciencia que se convierta en una verdad que nos concierne y afecta a todos y que a la vez promueve un espíritu contemplativo que justo logra el efecto deseado de re considerar el arte como parte de lo que cada persona carga en su bagaje personal acogiendo una dimensión estética ante obras que se saben de un valor sostenible por sí mismas.
El acercamiento lúdico ha llevado a que un artista de la talla de García Quintana tenga como formación inicial el teatro y la mímica. Contando con instrucción de maestros del Instituto Nacional de Bellas Artes donde desde muy temprana edad fue consciente de la importancia de la preparación constante para poder compaginar no solo el movimiento corporal sino el color como un motor que impulse la construcción de sus obras a través de él mismo en su inherente curiosidad y desde la perspectiva de considerarse un artista como sensor de la realidad que muchas veces se contrapone.
Joaquín cuenta con estudios en ciudades como Florencia y Venecia que le han abierto las posibilidades de trascender y llevar su obra a distintos lugares no solo en nuestro país sino por Estados Unidos formando parte de distintos proyectos en Phoenix, Arizona.
A continuación comenta sobre su forma de percibir el arte, sus propios procesos personales y experiencia.
¿Crees que el arte abstracto sea realmente valorado? Depende del entorno en el que sea expuesto. En los lugares con mayor educación seguramente se valora. Donde no hay educación visual no existe o quizás es muy baja la posibilidad de ser apreciado este tipo de arte.
¿Cómo cultivas tu interés por un tipo de arte como el abstracto? Definitivamente empezó este acercamiento a través de la teoría del arte ya que siempre me interesó la historia de las artes. En este caso las artes plásticas y también la teoría. Me di cuenta de entrada que realmente todo el arte es abstracto y cuando fui conociendo la historia general de la pintura pude descubrir este tipo de expresión que nació con Kandinsky y me apasiona la cuestión del sonido, el color y creo que se lo debemos a la curiosidad que me define.
El color es un elemento elemental en tu obra. ¿Qué pretendes lograr y comunicar a través de ello? Sin duda alguna es un elemento constante ya que a partir de mi propia curiosidad con el paso de los años que tengo en la plástica y libros que he ido leyendo y me han ilustrado, he adquirido un interés especial por la cuestión alquímica en artistas como Turner o Mark Rothko. Me encanta la fascinante habilidad del color para lograr una suspensión de la cotidianeidad desde el espectador y sobre todo la fuerza que emana del mismo así como las posibilidades que tiene de ser interpretado.
¿Qué has logrado desaprender con el pasar de los años? Creo que muchas cosas, pero lo más reciente es que he caído en cuenta que todas las expresiones artísticas están correctas. En el pasado conservaba una postura muy crítica con distintos tipos de artistas pero he asimilado que todo tiene su momento. Es parte de seguir creciendo.
¿Cómo vive un artista en casa?, ¿Qué le mueve? ¿Cómo encontrar el equilibrio? Considero que el trabajo del artista justamente en su obra, no tiene que exponerse cada 25 minutos como luego quieren algunos hacerlo cada vez que puedan. La obra se vive lentamente. Grandes pintores que uno estudia como Roberto Montenegro que solo tuvo dos exposiciones en su vida me llama la atención. Yo creo más en ese estilo.
Hay que descubrir la obra, gozarla, producirla y luego venderla a coleccionistas así que yo he hecho eso en mi casa desde hace 35 años y construí un estudio que después se hizo escuela y después galería.
Es decir, ahí está el equilibrio. En tener ideas muy claras acerca de lo que es vivir como artista. Yo nunca he sido un artista aficionado. Le he dedicado toda mi vida completa. Soy un caso extraño en Tamaulipas y la vivencia en familia es determinante. Ahí está la fuerza que me sostiene.
¿Por qué consideras que los proyectos de vitromuro son más funcionales? Los proyectos en vitro mural además de otras técnicas con materiales como el cemento que resiste más, es un tema que he estado buscando en la cuestión del arte urbano. Encontrar la forma de que las obras duren más, ya que la pintura se la lleva el sol que es el dueño de los colores y solo deja una memoria. Me interesan las piezas urbanas que puedan tener mayor presencia y mayor documentación.
Como bien decía Juan José Arreola: “El hombre tiene una nostalgia de creación, no se conforma con vivir sino que también necesita crear.” Joaquín ha tenido una constante en su vida que le ha definido como él mismo lo comparte en su actividad creativa: “El Río Bravo es un principio de identidad en mi obra.”
Es un tema que sigue provocando y atrayendo a través del simbolismo mismo porque sigue en constante movimiento fluyendo y viajando sin tener fronteras o paradigmas que le aprisionan. “He conseguido agua del rio inclusive con la ayuda de una amiga que pudo visitar Oregon y me trajo agua de la montaña de San Juan, lugar donde nace el Río Bravo y ahora si cuento con esa combinación de ambos lados para usarlo en mis acuarelas” Comentó emocionado García Quintana. ¿Y cómo no ser partícipe de esa misma emoción? Hace poco más de 20 años tuve la fortuna de conocerle y ser recibida en su estudio y este tema sigue siendo ese punto de conexión profunda porque indudablemente es un participante activo de la historia de quienes siguen soñando con mejores oportunidades de vida que sin medir las consecuencias de cruzarlo se arriesgan a perder la vida y aun así el atractivo sueño sigue atrayendo vidas invariablemente.
Joaquín lo ha representado magníficamente en su serie titulada “Río” donde el color, la textura, el agua y la constante incertidumbre, se plasman a través de lienzos que obtienen vida del mismo líquido que se representa.
El Río Bravo como su obra seguirán en constante movimiento donde el lugar común suele ser la frontera que viéndolo el lado positivo, abre posibilidades a quienes demuestran un talento innegable como es el caso de este gran artista orgullosamente tamaulipeco.
“El arte es una actividad que requiere del esfuerzo, de educación, de entrega y pasión. Se debe estar intensamente involucrado y eso se percibe en la obra y deja huella en las personas aunque uno solo lo vea como hacer las cosas bien mientras se disfruta lo que haces.” Concluyó García Quintana.
El impacto en la vida de quienes le rodean ha dado su fruto y en el futuro inmediato cuenta ya con propuestas de ex alumnos para ser parte de proyectos del otro lado del río, ese que siempre le acompaña y define mientras la centralización de México hasta en el arte sigue sucediendo, Joaquín se percibe fuera de ese centro para desplazarse con paso firma a comunidades sensibles y humanas que siempre estarán por encima de la barbarie