La gastronomía usada como hilo conductor hacia un viaje al interior donde se reconoce esos lugares que tanto apreciamos y nos llevan a volver el tiempo atrás rodeándonos de gratitud y amor.
En el mundo de la cinematografía el tema de la comida ha sido utilizado de manera frecuente para retratar esos momentos donde se generan vínculos importantes entre los personajes, haciendo al espectador parte de la experiencia e involucrándole como parte de un recurso fascinante.
En la actualidad podemos apreciar piezas de distintos géneros en la plataforma que uno decida disfrutar desde la comodidad de hogar y ver desde programas donde se realizan competencias o simplemente viajar con personajes que han decidido usar el camino de la espontaneidad para encontrar lugares fascinantes que aporten interés al espectador.
Pero hay historias que fueron escritas hace años y que perduran y se vuelven aún más exquisitas con el pasar del tiempo como lo es el caso del Festín de Babette, película premiada en Cannes y dirigida por Gabriel Axel en 1987.
Se trata de una buen relato donde quizás suele sentirse lento, reposado, pero definitivamente nos va preparando para un clímax magistral porque se va entretejiendo las vidas de personas que van envejeciendo y con ellas sus anhelos y deseos convirtiéndose de alguna manera en seres mitigados por las pérdidas y amores que jamás pudieron ser. La genialidad de esta pieza reside sin lugar a dudas en la sencillez y profundidad del manejo de la exploración de sentimientos y dolores y amores perdidos, así como de los sueños fracturados que el tiempo no ha podido apagar.
El arte es el ente que reside durante todo el filme, ya que la música, la fraternidad y los lazos afectivos se van fortaleciendo dentro de una cocina discreta, sin pretensiones ni lujos y es entonces en el transcurrir de lo ordinario aparece Babette a sazonar la vida de dos mujeres ancianas y solitarias que viven del pasado. De Babette no se conoce mucho pero se sabe que viene huyendo de situaciones que la hacen temer por su vida. Ella recurre a pedir alojo por tiempo indeterminado no solo a la casa sino al corazón de Martine y Philippa quienes aprenden a quererla y le van enseñando sus costumbres y forma de preparar los alimentos como símbolo de unión indivisible.
El Festín de Babette sigue siendo atemporal porque su trama nos va invitando a degustar de esos momentos de interacción entre cada miembro del pueblo que busca llevar una vida afable y de buenas costumbres pero dentro de cada uno, al momento de encontrarse con una nueva situación ante sus ojos que no les queda claro ni conocen la totalidad de los hechos, decide opinar y dejar a un lado todo lo que han pretendido por tanto tiempo tramando entre todos hacer algo en contra de su protagonista, lo cual nos lleva a una imagen simbólica del corazón del hombre que al momento de encontrar eco de sus propias ideas y paradigmas no consideran el analizar y asegurarse de conocer la verdad.
En momentos como estos las malas intenciones pueden querer entorpecer al verdadero protagonista de esta película que es el amor y el agradecimiento pero Babette es capaz de ver más allá de eso porque un verdadero artista por más que intente esconder su esencia, su verdadero propósito le alcanza. Es entonces cuando ella resurge y lo hace llena de alegría ofreciendo todo lo que tiene para preparar un banquete que solo muy pocos podrían disfrutar por su elevado costo en todos los sentidos pero que únicamente puede ser ofrecido para hacernos entender que el amor es el vínculo perfecto que logra apagar los fuegos y que en su proceso de ir considerando cada ingrediente nos lleva como espectadores a conocer la intención sublime de la verdadera gratitud y de entregar en su totalidad lo que alguien tiene para ofrecer movido por el afecto, el cariño y acompañamiento de la auténtica amistad.
El amor, el arte y los sentimientos oscuros son temas que se han manejado desde el inicio de los tiempos provocando reacciones diversas, pero hoy en día esta propuesta es realmente para ser apreciada ya que integra el secreto del arte en casa por excelencia que es el alimentar no solo los espíritus sino el cuerpo y provocar el pretexto de reunirnos con la gente amada para disfrutar del placer de un platillo casero y de saber estar.
Definitivamente tal como decía la Madre Teresa de Calcuta “Quien no vive para servir no sirve para vivir”. Esta enseñanza nos podemos llevar al disfrutar de esta obra de arte que nos permite reflexionar sobre las cosas que verdaderamente valen la pena y sacude lo efímero para enfocarnos en las cosas que necesitamos recordar y quizás re aprender.
¡Excelente inicio de semana para todos!