El ruido nos hace reaccionar con molestia porque es algo que aturde y carece de armonía, entorpece la comunicación, genera stress y produce efectos negativos en la salud.
Mejor título no pudo haber descrito esta trama escalofriante que ha sido magníficamente interpretada por Julieta Egurrola como Julia en el papel principal y dirigida por su propia hija, Natalia Beristain.
Ruido es una historia que atrapa y nos confronta porque definitivamente no puede el espectador quedar inerte ante esta representación tan actual que sigue viviendo nuestro México. Entre la increíble forma de ir tejiendo cada historia en la búsqueda de sanidad mental ante el hecho inminente de perder a un ser amado que ha sido arrancado de su entorno, el segundo protagonista de esta pieza se hace presente generando el ruido que provoca una narrativa desarticulada que sirve para sacudir las fibras de una sociedad que tristemente se ha acostumbrado a ver calles cubiertas carteles, mensajes y rostros que buscan justicia sin prestar atención más que a cifras y no al hecho de que esos rostros han sido madres, padres, hermanos, hijas, familia que ya no pudieron decir adios.
En los primeros minutos vemos a Julia, una mujer sensible que vive del arte pero que ha envejecido por la angustia y con los sentidos ofuscados al vivir una vida que se ha partido en minúsculas piezas por un dolor punzante que no puede sanar y que dentro de su búsqueda desesperada logra ese acompañamiento a través de todas esas madres que también se encuentran como ella de forma organizada unidas para encontrar a sus hijos.
Beristain no solo nos presenta su punto de vista sino que también ha logrado involucrar a personas reales que colaboran en este filme como lo son la Asociación Voz y Dignidad por los Nuestros, AC; Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León, AC y Colectivo Buscándote con Amor. Este vínculo real fortalece el hecho de que el verdadero arte genera consciencia. Nos habla y refuerza que el dolor colectivo también es individual y que tal como inicia y termina este filme nos deja un mensaje contundente de que todas estas personas no están solas.
Aclaro que a mi punto de vista, no es una historia sencilla de procesar, pero la recomiendo ampliamente. La vida debe seguir y el ruido no debe prevalecer, mucho menos el sonido estremecedor que sacude al final con una melodía fúnebre lleno de nombres de aquellos que siguen desaparecidos. La canción sin esperanza no debe seguir sucediendo sino que debe llegar al núcleo de nuestro ser y ayudarnos a entender la responsabilidad que tenemos de educar a nuevas generaciones que sean sensibles ante la vida, la creación, el arte y lo sublime y maravillosa que sigue siendo la existencia de cada ser humano.